Elecciones 2023

La loca academia de la precampaña electoral

Gente en un mitin
Gente en un mitin
El próximo año, 2023, es año electoral. El inicio de la campaña está regulado por ley. Pero nada está escrito de cuándo empieza lo que los políticos llaman precampaña. Parece claro que cada vez lo hace antes.
La loca academia de la precampaña electoral

La diferencia entre campaña y precampaña electoral es, básicamente, que en este último caso no se puede pedir el voto. No directamente, se entiende. Al acercarse las elecciones, en este caso mayo de 2023 para municipios, islas y región, se da por hecho que cualquier palabra que digan los políticos, cualquier gesto que hagan, cualquier lugar al que vayan o al que dejen de ir lleva implícita la voluntad de querer ganarse el voto.

La campaña electoral se limita a los quince días previos a la jornada en la que se deposita el voto. Con la excepción del día previo a este al que conocemos como "jornada de reflexión" y en la que a los ciudadanos se nos da un respiro para que pensemos fríamente y, como su propio nombre indica, reflexionemos acerca de a quién votar.

Pero, ¿y la precampaña? El hecho de que no esté regulada, de un lado, da vía libre a los partidos a que la inicien cuando mejor consideren y a los políticos a que politiqueen mucho antes de lo debido. En efecto, la duración de la precampaña electoral es inversamente proporcional al interés de la ciudadanía a recibir impactos políticos.

El administrado, el votante, la ciudadanía, la vecindad, el pueblo.....comoquiera que nos llamemos aquellos espectadores de lo público, nos daríamos por satisfechos si el pistoletazo de salida de la precampaña electoral coincidiera con el inicio del propio año electoral. Es decir, en enero de 2023 en el caso que nos ocupa. Pasados los fastos navideños, inauguremos los políticos. Parece razonable: tres años y medio de esfuerzo en la gestión, seriedad en los mensajes, búsqueda de acuerdos y consensos...y seis meses de lolailo, postureo y demagogias.

La duración de la precampaña electoral es inversamente proporcional al interés de la ciudadanía a recibir impactos políticos.

Podríamos convenir con que coincidiera el inicio de la precampaña con el fin del verano -la festividad de Los Remedios, como antaño- o con Los Dolores, relevo del inicio del curso político. La experiencia, sin embargo, muestra todo lo contrario. A falta de diez meses para las elecciones, y desde hace ya unos cuantos, los partidos están en ello, en precampaña. Y, lo que es peor, asumen que lo están y pretenden que lo naturalicemos el pueblo, la vecindad, la ciudadanía, el votante...o comoquiera que nos llamen.

Naturalmente, nada de esto contribuye a reducir la brecha del descrédito político. Todo lo contrario. Salvo excepciones, que las hay como en cualquier colectivo, a la mayoría de los políticos los vemos como gente muy necesitada de renovar un contrato laboral de cuatro años, más que de obtener el privilegio de contribuir a hacer pueblo, ciudad, isla o región. De ahí que identifiquemos que todos esos esfuerzos van encaminados a resolver lo suyo, más que a mejorar lo nuestro. Y se nos indigesta tanta y tan pronta precampaña.

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