EFEMÉRIDE

50 años de Taro de Tahíche, la casa de "un contemporáneo del futuro"

Hoy martes 2 de octubre se cumplen cincuenta años desde que César Manrique pusiera la primera piedra de su casa, a la que el mismo bautizó como Taro de Tahíche.

Una "caverna ultramoderna", una "casa prelógica y bellísima, elegante y prehistórica", el "palacio de un marajá de 'Las mil y una noches'" o "una de las viviendas más inconcebibles del mundo". Taro de Tahíche, la casa que el genio César Manrique (Lanzarote 1919-1992) diseñó y en la que vivió desde 1969 hasta 1988, no deja indiferente a quien la visita.
 
"Taro de Tahíche fue en su momento y, continúa siéndolo, una vivienda insólita, inconcebible, única, que representa y condensa la esencia de una isla y, al mismo tiempo, la de su creador, Manrique. No sorprende, porque isla y artista se retroalimentaron hasta confundir sus naturalezas", ha reflexionado Fernando Gómez Aguilera, director de la Fundación que custodia el legado de artista lanzaroteño, cuando se cumple medio siglo de una de sus obras más singulares.
 
Manrique halló por casualidad las burbujas volcánicas sobre las que poco tiempo después erigió su vivienda
 
Paseando por un torrente de lava, Manrique halló por casualidad las burbujas volcánicas sobre las que poco tiempo después erigió su vivienda. Tras acercarse a una higuera que sobresalía de la colada y descolgarse por sus ramas, César descubrió un "chaboco", un refugio de pastores, de grandes dimensiones. En ese momento decidió que "podía convertirlas en habitáculos para la vida del hombre", según él mismo relató en su día.
 
Taro de Tahíche se asienta sobre una corriente de lava de las erupciones que tuvieron lugar en la isla entre 1730 y 1736. Manrique aprovechó cinco burbujas volcánicas naturales y las convirtió en acogedoras estancias, también adecuó un pequeño jameo como zona de esparcimiento con piscina y los interconectó a modo de estructura orgánica.
 
En el interior de su vivienda, Manrique plasma un lenguaje moderno incorporando grandes ventanales y cúpulas de cristal, mientras que en el exterior se distinguen elementos de la arquitectura tradicional isleña. En una entrevista a Diario de Las Palmas en diciembre de 1970 afirmó: "Mi casa es un homenaje a la arquitectura popular lanzaroteña".
 
Manrique consigue una sorprendente armonía entre el entorno natural y lo construido por el hombre
 
En el Taro de Tahíche, Manrique representa las características esenciales de su propuesta Arte-Naturaleza/Naturaleza-Arte, ya que consigue una sorprendente armonía entre el entorno natural y lo construido por el hombre. El artista integra su casa en el paisaje respetando y aprovechando el medio natural.
 
A juicio de Gómez Aguilera, "Manrique fue un hombre-isla; Lanzarote, una isla-artista; y Taro de Tahíche, una casa-isla-artista. La singular vivienda volcánica es el autorretrato de Manrique, su mejor versión hedonista. Con su vivienda rinde culto a la belleza, a la tierra propia, a la libertad creadora y, en definitiva, al placer de vivir y de compartir".
 
Hoy martes 2 de octubre se cumplen cincuenta años desde que el artista lanzaroteño pusiera la primera piedra de su casa, a la que el mismo llamaba Taro de Tahíche, y que por su singularidad, pronto fue incluida en múltiples reportajes de los medios de comunicación nacionales e internacionales, convirtiéndose en un icono mediático de los años setenta y ochenta del pasado siglo. 
 
En octubre de 1968, César Manrique escribió a su amigo el pintor Manolo Millares en una carta: "Yo me encuentro ahora con la gran emoción de haber comenzado la casa en el volcán de Tahíche ¿Se lo suponen? Se empezó el día 2 de octubre de 1968, DÍA HISTÓRICO (…) Creo que quedará con un espíritu muy Lanzarote y con la esencia más íntima de su misterio, sobre todo las habitaciones subterráneas".
 
"Taro de Tahíche fue la gran embajada cultural de Lanzarote durante los 70 y los 80 del siglo pasado"
 
La casa del artista lanzaroteño siempre fue un reducto de libertad y modernidad. Así lo atestiguan las imágenes y relatos de la época. En este mismo sentido se ha expresado el director de la Fundación: "Taro de Tahíche fue siempre una casa cosmopolita, la gran embajada cultural de Lanzarote durante los 70 y los 80 del siglo pasado. Una puerta abierta para que el mundo entrara en la isla y la isla se abriera paso en el mundo".
 
Mientras el artista residió en Tahíche, la casa fue visitada por cuantas personalidades llegaban a Lanzarote: personajes del mundo del arte, de la música, de la arquitectura, de la literatura, de la política… recibiendo elogios y opiniones que resaltaban su originalidad y belleza.
 
"En su casa-espejo, César propició, al mismo tiempo, su versión más social. Una casa de amigos, metáfora de fiestas sin fin, de libertades y de placer: puro elogio de vivir bajo el efecto de la luz y del cristal que le abre la puerta al paisaje para que sea ya siempre arquitectura vivida, humanísima, en Lanzarote", ha señalado Gómez Aguilera.
 
Alberti, Hussein de Jordania, Felipe González... muchas personalidades disfrutaron de Taro de Tahíche junto a César Manrique
 
Alberti, Almodóvar, Nuria Espert, Manolo Millares, Pedro J. Ramírez, Agatha Ruiz de la Prada, don Juan de Borbón, Hussein de Jordania, Felipe González, Helmut Kohl, Alfonso Guerra, Eusebio Poncela, José Hierro, Manuel Padorno o Irene Papas, fueron algunas de las muchas personalidades que disfrutaron de Taro de Tahíche junto a César Manrique.
 
"Hubo una época, cuando terminé la casa, que guaguas enteras de turistas llegaban para que les enseñara todo lo que había hecho. Claro, mi casa es única en el mundo, pero acabé harto. Una vez los perros por poco se comen a una señora que se había subido a la azotea para sacar unas fotos", declaró el propio artista en marzo de 1977 a la publicación 'Vanidades de México'.
 
En 1988 Manrique trasladó su residencia a Haría, donde actualmente está abierta al público su Casa-Museo. Ese mismo año, en Taro de Tahíche comenzaron las obras de adecuación para la puesta en marcha de la sede de su Fundación, que el año pasado celebró su 25 aniversario.