CRISIS SANITARIA | ECONOMÍA

'Blue Monday', el día más triste del año y esta vez con más razones que nunca

Hoy es el día más triste del año. Y desde que comenzó la pandemia hemos añadido unos cuantos motivos para que produzca todavía más pesadumbre. En Lanzarote no escapamos a ello. Pero, ¿por qué el tercer lunes de enero es el día más triste del año?

'Blue Monday', el día más triste del año y esta vez con más razones que nunca

Un psicólogo de la Universidad de Cardiff, en Gales, de nombre Cliff Arnal, decidió que el tercer lunes de enero era el día más triste del año. Para ello utilizó una fórmula matemática: 1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA. Como pueden observar, nada sencilla de entender y, por tanto, compleja de resolver.

El científico utilizó como variables el clima (C), las deudas adquiridas durante las finalizadas fiestas navideñas (D), el dinero que se cobrará a final de mes (d), el tiempo que ha pasado desde la Navidad (T), el tiempo transcurrido desde la última vez que tratamos de abandonar un mal hábito (I), las motivaciones que aún nos quedan (M) y la necesidad de actuar para cambiar todo lo negativo que aún nos rodea (NA). Todo eso convenientemente mezclado da como resultado que el tercer lunes de enero es el día más triste del año.

Según esta fórmula hay tres variables, mínimo, que han empeorado para el conjunto de los lanzaroteños: la "d", la"M" y la "NA". Es decir, el dinero que se cobrará a fin de mes, las motivaciones que aún nos quedan y la necesidad de actuar para cambiar todo lo negativo que aún nos rodea.

Esta efeméride, en la que nadie repararía de no ser porque los grandes centros comerciales nos ofrecen cambiar la tristeza por un exprimidor de naranjas o por una plancha para el pelo, se complica en 2021 por la situación que la pandemia deja en Lanzarote y por el futuro incierto que trae consigo.

A fecha de este lunes en la isla hay más de 750 personas contagiadas por el SARS Cov2, el virus del tipo coronavirus que acaba provocando una enfermedad a la que hemos dado en llamar covid-19. De ellas, varias están hospitalizadas bien en la planta dispuesta a tal fin en el Hospital General Dr. José Molina Orosa, bien en la UVI del mismo centro.

El entorno de esas 750 personas se encuentra, o debería encontrarse, aislado a la espera de someterse a una doble PCR para descartar la presencia del virus. Es, en efecto, mucha gente. Pero mucha más está sufriendo, ya, las consecuencias sociales y, sobre todo, económicas de la pandemia.

A la privación de socializar como solíamos entenderlo en la isla y en el país, por el cierre o limitación de horarios de establecimientos de ocio y cultura, ha de añadirse la imposibilidad de acudir a un puesto de trabajo bien de forma temporal -ERTE- bien definitiva por el cese de actividad de la empresa. E incluso el miedo al contagio, que existe, aunque no lo parezca atendiendo a determinados comportamientos que vemos a nuestro al rededor.

El confinamiento y el aislamiento pueden derivar en cuadros de ansiedad e incluso depresión. 

Próximos a cumplir el año desde el inicio de la pandemia, a la carga de lo vivido hay que añadir la incertidumbre del futuro. Al menos del futuro inmediato. El temor a no recuperar el trabajo o hacerlo en distintas condiciones -peores, en todo caso, a como las teníamos no ayudan a sobrellevar ningún blue monday.

Frente a ello, no obstante, la única luz al final del túnel nos señala el motivo para desterrar miedos: la vacuna. Todavía a ritmo menor del deseado pese a que Canarias es de las regiones más efectivas, la vacuna es, hoy en día, lo único que nos puede regresar a la senda de la rutina que abandonamos en su día.

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