El Reportero Anónimo

Dar de comer a los gatos

A los gatos, a los perros, a las palomas, a las ratas, a las cucarachas… En las ciudades, dar de comer a los gatos equivale a poner comida al alcance de todo tipo de animales, nos dice un lector. En Arrecife, también, pero parece que nadie le quiere poner el cascabel al gato, precisamente. Allí donde se ha planteado poner control, ha saltado la polémica. Sin ir más lejos, hace unos días, el Concello gallego de Miño provocó la indignación de colectivos animalistas por pedir en la red social Facebook no alimentar a los gatos callejeros. "Se crean colonias de gatos que se reproducen sin control y por lo tanto más y más gatos abandonados y los restos de comida huelen mal y dan mala imagen", argumentaba el Ayuntamiento.
 
Algún colectivo salió a la palestra para acusar al Concello de "pedir matar a los gatos de inanición". Y tampoco. Pero una cosa es evidente: en las ciudades, hay que gestionar cívica e inteligentemente la presencia de animales vagabundos en las calles, y, en particular, las colonias felinas. Y lo mismo cabe decir de Alegranza, o se acaban comiendo todos los pollos de pardelas. Proliferan los solares a los que acuden vecinos para dar de comer y beber a los gatos, cuyo número no para de crecer. Y estos, una vez hartos, no parece que estén por la labor de cazar ratas. 

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