El otro lado de la esperanza

El otro lado de la esperanza

Una vez le pedí un autógrafo a Aki Kaurismaki, famoso cineasta finlandés; famoso por lo menos entre los que adoramos sus películas. La verdad es que no suelo pedir autógrafos y hasta me da un poco de reparo confesarlo aquí. También tengo uno de Abbas Kiarostami, de Apichatpong y hace muy poco conseguí el de Werner Herzog. Reconozco que es algo ridículo: ¿para qué quiere uno un autógrafo, un simple garabato apresurado sobre un cacho de papel? ¿Qué sacas tú con tener eso y guardártelo? ¿Llevarte a casa un pedacito del alma de la persona que admiras? Además, revisas estos autógrafos y no se puede decir que sean garabatos. Casi todos firman con su nombre completo, con letra más o menos clara y aplicada, y sospechas que en el fondo son un fraude, que no son las mismas firmas que estampan en los contratos, sino otras prediseñadas para fans bobalicones. Hace falta ser bobo para pedir un autógrafo. Las personas que llevas admirando toda la vida te conducen a estos desatinos.
 
El caso es que hoy se proyecta en el Cine de El Almacén “El Otro Lado de la Esperanza”, todo un acontecimiento, la más reciente producción de Aki Kaurismaki y, según ha anunciado, también su última película. Se retira del cine con tan solo 60 años. Ha dejado dicho que nunca más se volverá a poner detrás de una cámara.
 
“Kaurismaki solo les desea lo mejor a sus desvalidas criaturas y por eso sus finales son tan felices, inverosímiles de puro ingenuos”
 
Empecé a admirar a Kaurismaki por una película titulada “Ariel” y me enamoró desde entonces ese estilo seco y cortante de sus películas, de sus narraciones a golpe de elipsis y su sentido del humor socarrón y divertido. Sus personajes son tanto de lo mismo, parcos en palabras (Kaurismaki tiene una película muda preciosa, “Juha”), de aspecto rudo pero en el fondo tan entrañables, como es en persona el propio cineasta. Sus protagonistas son gente a la deriva que no tienen padre ni madre que los quiera ni donde caerse muertos. Viven en la desesperación pero, pase lo que les pase, escapan siempre aunque sea arañando, porque Kaurismaki les reserva habitualmente un final feliz. A diferencia de otros cines, pongamos las películas de Ken Loach, donde todo suele acabar en tragedia, quizá porque es eso lo que el director les desea a sus personajes, que todo les vaya peor para seguir explotando la veta y recabar más palmas de oro… Kaurismaki solo les desea lo mejor a sus desvalidas criaturas y por eso sus finales son tan felices, inverosímiles de puro ingenuos. Pero es que las películas de Kaurismaki no están hechas para los cínicos. Están hechas para gente con fe y esperanza (de la caridad prescindimos directamente). O para devolvérsela a quien las haya perdido.
 
“No se pierdan por nada en el mundo “El Otro Lado de La Esperanza”, esta noche a las 21.00 horas, en el Cine de El Almacén”
 
Puede que Kaurismaki no haya sido un gran director de películas, uno tipo John Ford o Jean Renoir. Pero viéndolas uno siente que detrás de la cámara solo puede haber una buena persona. Las películas de Kaurismaki lo hacen a uno mejor persona. O al menos lo procuran. Por eso les pediría que no se pierdan por nada en el mundo “El Otro Lado de La Esperanza”, esta noche a las 21.00 horas, en el Cine de El Almacén.
 
Kaurismaki es un hombre tan íntegro que me parece incapaz de cualquier impostura, por ejemplo de falsificar una firma. Por lo que recuerdo, en la suya se podía leer también su nombre completo, escrito en diagonal y hacia arriba, que es el sentido que seguramente toman las firmas de las personas en el fondo optimistas. Ahora que lo pienso, esto de los autógrafos no es más que una excusa, una artimaña para justificar estos encuentros, algunas veces tan largamente esperados y ansiados. Si además culminan con un apretón de manos, no puede quedar mejor recuerdo. Un recuerdo para toda la vida. Lo demás, los papeles, los autógrafos, se los lleva el viento. De hecho yo los he perdido todos. O mejor dicho, no sé dónde los he metido entre tantos arretrancos. Incluso el de Herzog, tan reciente el pobrecito. Mal empleaditas firmas.
 
Marco Arrocha

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