Insultar y escupir

Hay ciudades que cuentan con ordenanzas de convivencia. Debe ser la penúltima medida que adoptan los gobiernos municipales que acaban agotados del comportamiento incívico de segmentos de su ciudadanía, porque se comportan casi como salvajes y no tienen en cuenta a los demás. No sé si Arrecife ha alcanzado un nivel de deterioro tal como para reclamar una Ordenanza de Convivencia como la que acaba de entrar en vigor en Getafe. Lo que sí parece generalmente aceptado es que las multas ayudan extraordinariamente a corregir las malas conductas, como muy bien saben los que llevan un coche o una moto. 
 
Te lo piensas cuando te pueden clavar con hasta tres mil euros por realizar actos de consumo por una colectividad indeterminada de personas, de cualquier tipo de comida o bebida, sea ésa alcohólica o no, en parques, jardines, plazas o vía pública, salvo en los lugares expresamente autorizados. O por solicitar, negociar o aceptar servicios sexuales retribuidos en espacios públicos, mantener relaciones sexuales en el espacio público y el acoso callejero con connotaciones sexuales.
 
Aprendes a comportarte, pero a la voz de ya, cuando la sanción puede llegar hasta los mil quinientos euros por comer productos en la vía pública que generen residuos de difícil limpieza como pipas, frutos secos con cáscara o chicles. Y te reconviertes en un dechado de virtudes cuando te pueden sancionar con hasta setecientos cincuenta euros por proferir por escrito o de palabra, insultos, burlas o molestias intencionadas, y manifestarse incorrectamente o con insultos hacia la autoridad municipal, miembros de la corporación o funcionarios y demás empleados de la misma. O por escupir en la calle. No sé si en Arrecife hemos llegado a esos niveles...

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