Lo que es sagrado para Podemos

Lo que es sagrado para Podemos

En el Estado español, los bienes artísticos de carácter religioso que son merecedores de medidas de protección, lo son por su dimensión cultural. En el caso del patrimonio de la iglesia no se considera el valor sagrado, calificación que queda para las confesiones religiosas que atribuyan esta cualidad a determinados objetos y bienes. Ello significa que los templos que merecen la categoría de Bien de Interés Cultural no lo son en tanto lugares de culto, pero sí merecen ser considerados como un bien cultural y legados a las generaciones futuras, siempre por esa dimensión cultural.
 
Las antiguas civilizaciones y pueblos han dejado una herencia para cuya salvaguarda es necesaria una medida de protección al amparo de las leyes de cada territorio. Estas leyes categorizan los bienes de acuerdo a su entidad como arquitectónicos, etnográficos, sitios históricos, etc., quedando por tanto garantizada la medida de conservación. Su relevancia y significación la garantizan los estudios e investigaciones que explican la naturaleza de ese bien.
 
Cuando el grupo parlamentario Podemos Canarias pone en evidencia las graves carencias del texto legislativo que sustituye a la actual Ley de Patrimonio Histórico de Canarias, está trasladando un mensaje claro del riesgo que corre el patrimonio cultural de la comunidad. Y ello por cuanto es una ley redactada para dar cancha a toda suerte de especuladores, convirtiéndose esta norma en el marco de actuaciones que, de realizarse, supondrán el menoscabo, cuando no la desaparición de los valores que un documento de estas características debería preservar. 
 
La ley, cuyo espíritu queda reflejado en muchos párrafos, deja, en otros, al albedrío de quien la quiera interpretar la realización de intervenciones que en absoluto garantizan su conservación. Una ley que más parece un manual de como burlar su propio espíritu para convertir los conjuntos históricos de Canarias en el tablero de juego de los inversores inmobiliarios.
 
Máxima medida de protección, pero lo de sagrado se lo pueden ahorrar
De forma un tanto sesgada, la queja de Podemos, tal que se tratara de un lobby de arqueólogos, pone en evidencia la falta de expertos en esa especialidad para la gestión de un lugar Patrimonio de la Humanidad como es La Laguna. Pero Podemos no entra en el fondo del asunto que afecta a los conjuntos históricos y que tiene que ver en la forma en que se redactan algunas líneas del documento que resultan tendenciosas, y que van a provocar el aplauso unánime de las empresas inmobiliarias, por cierto, propietarias de inmuebles históricos cuyos evidentes valores pesan demasiado para considerar su mantenimiento. Excavadora, por tanto, y amparo legal para ella.
 
No sé a qué viene que un partido como Podemos tenga en su discurso “lo sagrado” cuando censura que Tindaya no sea reconocida como “patrimonio sagrado aborigen”. Reconocer que los antiguos pobladores sacralizaran espacios puede ser real, pero no deja de ser una interpretación contemporánea de sus ritos y costumbres, y otra cosa bien diferente es que dotemos nosotros de ese mismo valor a lo que lo era para pueblos desaparecidos. No obstante algunos de ellos, como la propia montaña de Tindaya, deberán ser objeto de preservación por su dimensión cultural, que es algo radicalmente diferente a reconocer en un texto legislativo el aspecto sagrado de cualquier territorio o parte de él, más allá de que se haga mención a estas consideraciones para el entendimiento de otras culturas. Porque hacerlo de las antiguas manifestaciones prehispánicas nos conduciría a hacerlo también de la totalidad de las que han existido.
 
En una sociedad laica como es la que aspiramos a construir, lo de “sagrado” no deja de aparentar una salida de tono, impropia de estudiosos, de investigadores y de eruditos, siéndolo más de pacatos y excluyentes que están dispuestos a sacralizar según qué cosas. Y, en la misma medida, dedicarse a demonizar el aspecto sagrado de muchos bienes de una cultura milenaria como la cristiana. Distinto rasero, por tanto, y mucha subjetividad en su planteamiento. 
 
¿Para Tindaya? Pues nada de “patrimonio sagrado aborigen”, como no se les ocurriría para la catedral de Santa Ana lo de “patrimonio sagrado católico”. Para ambos, la máxima medida de protección, pero lo de sagrado se lo pueden ahorrar.

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