‘Mierdapleno’

Debo reconocer que no le he dado muchas vueltas al contenido de esta opinión, pero sí al título, pues me parecía que por deberse una consideración al órgano y a las personas que participan en él, no era adecuado expresarse tan vulgarmente. Finalmente, como la consideración parece virtud que debe ser ganada en función de nuestros actos, el título queda como la expresión callejera que es, sobre un asunto de igual llaneza. 
 
Hablamos del gobierno insular y de nuestro particular pleno cabildicio. Irse a La Graciosa a celebrar de esa manera un pleno no parece la mejor manera de honrar al pueblo graciosero. No resultan, tampoco, los mejores embajadores con los que se puede contar. Escuché lo que en vídeo del sonrojante pleno se dijo y percibí cómo se dijo. Nunca antes estuve en pleno alguno, por lo que ignoro cuál es el tono habitual. Tampoco sé cómo eran los que presidía Pepín Ramírez o los de Nicolás de Páiz. Seguro que todo lo opuesto a esa mierda de pleno que han protagonizado quienes nos representan por la fuerza de los votos.
 
Estoy instintivamente más del lado del compromiso público de Meca
Conozco la forma de expresarse de San Ginés, que siendo la suya, ya podría ejercer cierto autocontrol, al menos la que se espera de un diplomado universitario, ya que la de un  representante público sabemos cómo viene siendo. Y como conozco la forma en que se enciende el presidente, puedo intuir cuál es la táctica para sacarlo de sus casillas. Eso es justo lo que ha hecho Carlos Meca, tan poco adornado para la cosa pública y la urbanidad, tal que tantos otros. Sus razones quedan por tanto cuestionadas por la ausencia de formas y el tono confianzudo el suyo, no el del presidente—.  Estoy,  no obstante, instintivamente más del lado del compromiso público de Meca que del proceder de San Ginés, pero, visto lo visto, ni una cosa ni otra. 
 
No sé si Meca considera que hay algo que puede mejorar en sus intervenciones. De no ser así, igual el golpe perpetrado en Podemos para desbancarle es lo mejor que nos ha podido pasar. Esta es una de las ocasiones en que lo que me sale es convertirme en danesa o húngara, de la pura vergüenza que me da que el Cabildo que gobierna Lanzarote se parezca más a un reality que a lo que deben ser las formas de quienes han dejado de representar a una institución pública.

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