Por eso hay 11.000 desempleados con récords de turistas
Ni grúas ni cemento, la crisis todavía sigue aquí
La construcción no remonta. En lo que va de año, hasta el mes de agosto, se ha desembarcado el 23’5% menos de cemento que en igual período de 2016.
Cualquiera diría que hay motivos fundados para pensar que la economía lanzaroteña se ha recuperado de la crisis. Hay quien cree que sí, a la luz de los magníficos datos de afluencia turística y que vaticinan un nuevo récord en diciembre, ya que en lo que va de año nos ha visitado un 10% más de turistas que en 2016. Puede que la percepción obedezca a que hay una sector de los empresarios a los que les va mucho mejor. Pero hay un indicador visual que niega aquella creencia: no hay grúas en el paisaje urbano insular. Las grúas delatan la presencia de obras y el ir y venir de trabajadores y maquinaria. Si no se divisan grúas significa que la construcción está prácticamente paralizada. Además, se consume poco cemento, algo que también está acreditado.
El cemento desembarcado no ha pasado de 55.000 toneladas anuales desde 2009
En 2007, justo antes de la crisis, se desembarcaron en Lanzarote 234.000 toneladas de cemento, a granel en su inmensa mayoría. Un año después, la cifra fue solo de 166.000 y en 2009 cayó a 72.000. Desde entonces hasta ahora, el cemento desembarcado en el puerto de Arrecife no ha pasado de 55.000 toneladas anuales, unas cinco veces menos que en los años previos a la crisis. Además, en lo que va de año, hasta el mes de agosto, se ha desembarcado el 23’5% menos que en igual período de 2016, lo cual expresa que, de momento, el dinamismo del sector de la construcción, su gran capacidad para generar empleo y su enorme potencial para tirar de otras actividades económicas tendrán que esperar tiempos mejores. Esa es la razón de que haya 11.000 parados en la isla a pesar de las extraordinarias campañas turísticas.
El consumo de cemento es un dato constatable; la ausencia de grúas, también. Ambos son el reflejo de los proyectos de ejecución visados y que, en 2016, ascendieron a 249 expedientes, con 143.000 metros cuadrados de superficie y un presupuesto conjunto de 53 millones de euros. Todavía queda lejos el año inmediatamente anterior a la crisis, 2007, cuando se visó más del doble de expedientes, con 807.000 metros cuadrados de superficie y un presupuesto de 228 millones de euros. El consumo de cemento es cinco veces inferior, y el volumen de los proyectos de ejecución también.
Un territorio sin inversión en infraestructuras no puede mantener su competitividad
El consumo de cemento es uno de los indicadores usualmente utilizados para constatar el grado de crecimiento de una economía. Es un síntoma de alegría o de tristeza, como sucede con la afluencia de público a las notarías. Si no remontan, es porque todavía estamos en la fase baja del ciclo. Eso es así porque a más cemento más construcción, que ha sido el auténtico motor del crecimiento de la economía lanzaroteña y canaria en las últimas décadas, estrechamente vinculado al desarrollo turístico. Así pues, hay que tener cuidado con convertir los brotes verdes en vanas ilusiones, como recuerda el sector cementero un día sí y otro también: un territorio sin inversión en infraestructuras no puede mantener su competitividad, ni siquiera en la industria turística. Y esto sí que es grave en un destino como Lanzarote, aunque hay quien piensa que el Archipiélago puede recobrar músculo mediante la liberalización de la ocupación del territorio propuesta por la nueva Ley del Suelo, promovida por CC.
No obstante, en la isla hay en curso varias obras públicas de cierta envergadura, como el nuevo centro educativo de La Destila, mientras que se acaba de colocar la primera piedra del nuevo IES de Haría. En el ámbito privado, se edifica por ejemplo una instalación en el parque comercial de Playa Honda, justo al lado de la ITV. Entre las obras con fines turísticos sobresalen la renovación del Hotel Los Fariones y el Lava Beach, un hotel de nueva planta y cinco estrellas que promueve la empresa Hibiscus en la playa de Matagorda.