MARCA LANZAROTE
San Bartolomé se sitúa a la vanguardia de la defensa del paisaje urbano

Salta a la vista que donde más se nota la disolución de la ‘marca Lanzarote’ es en la periferia de Arrecife y su conurbación, entre el puerto y el aeropuerto.
El Ayuntamiento de San Bartolomé se ha situado a la vanguardia de la defensa del paisaje urbano tras la aprobación inicial de la Ordenanza Estética de la Zona Industrial de Playa Honda. La Ordenanza se someterá a información pública durante 30 días para que quien lo desee presente las reclamaciones o sugerencias que estime oportunas. El Consistorio busca la concertación con los agentes económicos radicados en el Parque Comercial, Industrial y de Servicios con las propuestas del equipo redactor, formado por los arquitectos Jin Taira, Flora Pescador y Vicente Mirallave.
Este conjunto urbano situado en la parte alta de Playa Honda es la primera imagen que se graba en la retina de las personas que llegan a la isla por vía aérea cuando abandonan el recinto aeroportuario. La imagen no puede ser más vulgar y desoladora. Por esa razón, la Ordenanza Estética persigue la revalorización del Parque Comercial, Industrial y de Servicios a través de un nuevo código estético inspirado en los valores insulares esenciales. Para ello, propone un marco normativo que permita establecer una imagen integral y coherente para diseñar y revisar los nuevos desarrollos, así como establecer pautas para remodelar el parque edificatorio existente.
Colorines a tutiplén, carteles publicitarios, grandes superficies, naves industriales…
Arrecife debería coger recortes, urgentemente, ya que este mismo problema se aprecia en la conurbación de la ciudad. Salta a la vista que donde más se nota la disolución de la ‘marca Lanzarote’ es en la periferia de Arrecife y su conurbación, básicamente el territorio que discurre entre el puerto y el aeropuerto. Los colorines a tutiplén, los carteles publicitarios, las grandes superficies, las naves y otras tipologías constructivas, las estaciones de servicio, las carreteras o el mobiliario urbano son tan vulgares en esta franja de fisonomía urbana que podrían estar en cualquier lugar del país.
Hace dos años, Pescador, Mirallave y Taira formaron parte del equipo redactor del informe Biocrit. Análisis crítico del actual paisaje insular de Lanzarote, cuya principal conclusión es que es necesario reeditar el compromiso social y un liderazgo fuerte y sensible en defensa del paisaje de Lanzarote. Los arquitectos recuerdan el lugar del que venimos y señalan la quiebra de la ‘marca Lanzarote’ y las enormes pérdidas habidas con el desarrollismo reciente. Aún puede ser peor, pero se está a tiempo de intervenir —advertían entonces—.
La periferia de Arrecife y su conurbación son el territorio del caos y la banalización
Biocrit. Análisis crítico del actual paisaje insular de Lanzarote diagnostica la distorsión de la singularidad paisajística y la denominada ‘marca Lanzarote’. Biocrit surge a propuesta de la Reserva de la Biosfera con la intención de abrir un debate sobre la situación actual del paisaje insular y generar un diagnóstico sobre la evolución de su calidad y sus posibles distorsiones. El documento perseguía generar una reflexión abierta y participativa, y, de momento, sólo el Ayuntamiento de San Bartolomé ha recogido el guante.
En la conurbación de Arrecife acontece la mayor parte de la actividad económica y se encuentran las dos puertas de entrada a la isla, puerto y aeropuerto, pero no hay ni rastro de la ‘marca Lanzarote’. La periferia de la ciudad y su conurbación son el territorio del caos y la banalización; sólo generan extrañamiento y rechazo. En este ámbito, la carencia de redes de espacios libres es un evidente déficit de paisaje, y donde la jardinería, cuando existe, está mal planteada. El antídoto para estos males sería reeditar la ‘marca Lanzarote’, un concepto en el que confluye la acción de la naturaleza, la tradicional intervención humana en el medio y la obra espacial de César Manrique.
La población ha interiorizado una rica cultura del paisaje que expresa cada día
Biocrit propone mirar hacia la manera histórica de intervenir en el territorio, la singular y sabia arquitectura tradicional y la obra espacial de César Manrique. En estos aspectos radica un modelo personal y único y que ha sido asumido mayoritariamente por la población con independencia de la existencia de normas establecidas —afirma—. De hecho, la repetición de tipologías o la interpretación creativa de las mismas forman parte hoy de la ‘marca de Lanzarote’. Lo mismo sucede con la conservación del paisaje, las actitudes en su limpieza o la notable ausencia en el interior de la isla, comparativamente con el resto del Archipiélago, de actos censurables como lugares abandonados, destrozos o pintadas.
Dejando a un lado el mérito de la volcanología, el paisaje lanzaroteño es el resultado de la cultura, entendida esta como un hecho civilizatorio. En este sentido, la población ha interiorizado una rica cultura del paisaje que expresa cada día al identificarse con unas normas estéticas mínimas de construcción paisajística. Casi nadie discute la estrecha asociación que hay la población y unas normas estéticas sencillas y asumidas como propias por casi todos. “La obra de un artista y la defensa de unos valores originales en la isla ha producido un intenso compromiso e identificación entre sus habitantes y su pervivencia”, sentencia Biocrit.