“Es una obra que está viva y que comparte espacio, contigo, aquí adentro, en la sala de exposiciones”. Quién así se manifiesta es una de las personas que acudió este viernes a la inauguración de Missed Call, la propuesta de la artista Gema Rupérez (Zaragoza, 1982), que puede verse hasta el 9 de mayo en Espacio Dörffi, Arrecife. Y no le falta razón a quien así se expresa. En cualquier momento alguien puede llamar a un teléfono móvil que suena en medio de la instalación. Todo el mundo sabe que quien llama es, dicho de un hombre, aquel que mantiene relaciones sexuales con prostitutas. O sea, un putero. Expliquemos por qué.
Missed Call (Llamada perdida), parte de la pregunta que hacíamos al principio. La artista descontextualiza un verso de un poema de amor escrito por una mujer y lo ubica en la sección de contactos de un periódico local. Lo asocia a un número de teléfono y lo firma con el nombre de pila de la poetisa. Así el poema “Vuestra soy, para vos nací”, de Santa Teresa de Jesús (“Vuestra soy para Vos nací/ ¿Qué mandáis hacer de mí?/ Soberana majestad / eterna sabiduría / bondad buena al alma mía;/ Dios alteza, un ser, bondad...) se convierte en un anuncio en la sección de contactos de un periódico: “Vuestra soy, para vos nací ¿Qué mandáis hacer de mí?. Teresa. 685 431 267. Y así hasta en nueve propuestas distintas de otras tantas poetisas.
“Surge de la necesidad de contar cosas que están ahí. Lo que muestro es una realidad. El arte tiene esa capacidad de generar preguntas e interpelar al espectador”, apunta Gema. Adonay Bermúdez, comisario y propietario de Espacio Dörffi, va más allá: “La exposición también pretende avergonzarnos como sociedad en un mundo en el que todavía existe la prostitución y en el que los medios la apoyan. Al llevarse un dinero por poner un anuncio participan en la comercialización de la propia mujer”.
El espacio expositivo muestra tres partes diferenciadas: de un lado, los ocho poemas junto con las páginas de periódico en el que se publicaron los versos elegidos. La artista pinta de negro toda la plana excepto donde aparece el anuncio. Oculta igualmente los datos de localización de la publicación. El lugar da igual, el hecho es el que importa. Impresiona, e invita a pensar, esa oscuridad que, quizá como metáfora, arroja y esconde una página de contactos.
De otro lado, dos tablets con auriculares. En una se asiste al momento en el que Gema Rupérez acude a un diario a poner los anuncios. “No puedo poner la palabra judío”, le dice el comercial (“Mi rostro un fino lienzo/ Judío y sin rasgos / Descascara la envoltura...”. Lady Lazarus, de Sylvia Plath). “¿Y eso?”, pregunta la artista. “Es que tal como está el patio...”, contesta el hombre, que añade “Tampoco la palabra caballo, ni pollo, ni perro...”. Así que el anuncio “Soy un caballo, con sensación de brasas en el cuerpo”, extraído del poema Soy un caballo de Marita Troiano sufre, igualmente, una hipócrita censura.
La otra tableta nos arroja los mensajes de voz o texto que han ido dejando quienes han llamado al número asociado al verso fuera de contexto. Impacta el que pide que no le devuelva la llamada ya que está con la familia en ese momento. O aquel otro en el que le pregunta a la mujer “cuánto cuesta”, ella, no el “servicio”. Y el que le pide a Santa Teresa de Jesús que le devuelva la llamada: “Por favor Teresa, estoy interesado en tu anuncio. Por favor llámame.”
Por último, el lugar más impactante: el teléfono está allí presente, en forma física y operativo. “En cualquier momento puede sonar”, dice Gema, “y eso es lo que más inquieta”. Y así es, durante la inauguración, el teléfono sonó hasta dos veces en el poco tiempo que estuvimos allí. Un putero estaba llamando con la idea de comprar a una mujer para pasar un rato. Sin embargo, la llamada era recibida en un espacio expositivo que enfrenta algo tan sublime como la poesía con su contrario simbólico en el imaginario colectivo, la prostitución. Y que, justamente, plantea numerosos interrogantes y hace que salgas de allí más vivo de lo que entraste. Y con ganas de ser tú el que devuelva esa llamada perdida.
Missed Call
Gema Rupérez
Del 6 de abril al 9 de mayo en Espacio Dörffi
Con la colaboración de la Fundación César Manrique