Tres millones de guiris

El año 2016 apunta a récord con cerca de tres millones de turistas. La isla cerró el pasado mes de noviembre con una afluencia turística acumulada superior a la que se registró en todo 2015. De momento, los turistas entrados hasta noviembre suponen un 10% más que en igual período del ejercicio anterior, así que hay motivos para un optimismo que se verá reflejado en la Feria Internacional de Turismo que se celebrará en Madrid en el presente mes.

El optimismo, moderado hasta ahora, pudiera tornarse en euforia a la luz de la evolución de la afluencia turística en los últimos cuatro años. Un aumento interanual de ciento cincuenta mil visitantes desde 2012 hasta ahora da mucho de sí, aunque el problema sigue siendo el mismo de siempre, porque es estructural. El obstáculo es que el fuerte incremento de la demanda es incapaz de generar empleo suficiente para situar las tasas de paro en niveles asumibles por el sistema.
 
“La otra cara de la moneda se reduce a preguntarse cuánto durará este ciclo benigno”
 
La isla está llena, y lo bueno es que la planta alojativa no ha crecido, lo cual, a priori, juega a favor de las ganancias de los industriales del sector. Por el contrario, la generalización de nuevas modalidades de alojamiento, como las casas vacacionales, actúa como un elemento redistribuidor de las rentas que genera el turismo, lo cual es algo bueno en sí mismo. La otra cara de la moneda se reduce a preguntarse cuánto durará este ciclo benigno, un tiempo que está en función de una variable externa: la pacificación de los destinos competidores cuyos conflictos alejan a los potenciales turistas.
 
Vividas con anterioridad por el empresariado, coyunturas como la actual suelen reducirse a una frase: haz caja, coge el dinero y corre. En la práctica, la idea anterior, grabada a fuego en la experiencia vivida por los empleadores del sector, en general se concreta en mantener o reducir los costes, no gastar y no invertir. Optimismo, puede que euforia, asunto de minorías: no hay motivo de regocijo para los 12.000 parados que todavía tiene la isla.
 
Ernesto Cedrés

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