Un club en la Reserva

Como en otros lugares y por las mismas razones, en la isla han proliferado históricamente entidades públicas y privadas de variado carácter. Cosas de hombres, por lo general, decididos a combatir la soledad compartiendo intereses comunes, como el deporte, el recreo y la cultura. Así, tenemos casinos, círculos, sociedades, logias, peñas, tertulias, clubes deportivos… De todo menos un ateneo, quizá porque la ciencia y la literatura no han conseguido guarecerse entre los gustos compartidos locales.
 
Constituir un club es fácil. Basta cuadrar un buen puñado de géneros, valores y servicios, siempre que se encuentren debidamente organizados. No te digo ya si el club es nocturno, pues resulta igual se sencillo, y económicamente más fructífero, atender las necesidades recreativas nocturnas del personal en un lugar de esparcimiento donde, además, se sirven copas y se baila. Pero si es diurno, el club, y se orienta hacia el turismo en las Reservas de Biosfera del país, pues ya tienes la marca: Club del Producto Turístico de las Reservas de la Biosfera Españolas. Copas no se sirven, pero a veces se ofrece música en directo que se puede seguir contoneando el cuerpo.
 
“La cartera de productos isleña estará incompleta mientras no se establezca un proceso de transmisión de rentas hacia el sector primario”
 
En el caso de la isla, la aplicación del club surge del compromiso voluntario entre una empresa y la Reserva de la Biosfera Lanzarote. Como en toda relación, las partes se comprometen a una serie de cláusulas que tienen como finalidad el turismo responsable y sostenible. Es como el turismo de toda la vida, pero bien ejercido, tratando a los visitantes con cariño, cuidando los paisajes y poniendo en valor el patrimonio propio.
 
No deja de ser interesante la promoción que se hace de la gastronomía y de los productos agrícolas y ganaderos. Este hecho conecta con los paisajes, especialmente los más y mejor conservados, en los que la mano humana ha sido y es decisiva. Pero, la cartera de productos isleña estará incompleta mientras no se establezca un proceso de transmisión estable de rentas desde el turismo hacia el sector primario, que permita vivir dignamente de dichas actividades y que llegue directamente a esas personas. Lo cual, por cierto, es tan factible como crear un club cualquiera.
 
Ernesto Cedrés

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