OBITUARIO

Fallece Luis Morales Padrón, el quinto magnífico

Falleció en Arrecife Luis Morales Padrón, el más fiel intérprete de César Manrique y encargado general del Cabildo entre 1960 y 1997.

Luis Morales Padrón (Arrecife, 24 de julio de 1932 – 4 de agosto de 2017) es uno de los integrantes del grupo de los cinco magníficos y, por ello, hijo predilecto de Lanzarote para el imaginario colectivo. Luis fue el hombre que siempre estuvo allí, el más visible entre los invisibles, el ayudante de César, el mejor intérprete de Manrique. Es el quinto magnífico, junto a César Manrique, José Ramírez, Antonio Álvarez y Jesús Soto. Una etapa inigualable.
 
Cabildista por convicción, procuró en todo momento recordar, citar y reconocer a todas las personas que, a su juicio y cada una desde su lugar, contribuyeron a cimentar la isla que hoy conocemos entre 1960 y 2000. Porque fueron muchas las personas que lideraron, diseñaron, protagonizaron o participaron de una u otra manera en la construcción de un ideal exitoso llamado Lanzarote. En esto, Luis Morales Padrón conjugó el nosotros con maestría; fue un hombre de la cultura del proyecto compartido, lo cual conviene subrayar en este tiempo en el que tantos egos galopan desbocados, y cuyas consecuencias ha sufrido el propio Luis al negársele la declaración de Hijo Predilecto de Lanzarote.
“La trayectoria de Luis Morales coincide, prácticamente, con la del Cabildo en los años clave de la definición del actual modelo de desarrollo”
 
Durante casi medio siglo, casi toda la obra pública pasó por sus manos o es fruto de sus manos. Tocamos hermosas murallas de piedra hechas por él, descendemos por escalinatas de piedra que labró a veinte céntimos el metro, caminamos sobre pavimentos que colocó, transitamos por calles que adoquinó y asfaltó y por carreteras cuya ejecución dirigió con maestría, hemos jugado en espacios que construyó bajo la dirección de César y aún lo hacen nuestros hijos, nos sobrecogemos con la visión de unos centros de arte y naturaleza de las que fue jefe de obras o que se erigieron bajo su supervisión y organización, es ingente la obra civil que se llevó a término bajo su dirección, disfrutamos de la danza de un grupo folclórico cuyo estilo perfiló y escuchamos su voz en canciones marineras. Y toda la obra pública de César en la isla pasó por sus manos. Sus aportaciones no son tan conocidas, entre otras razones, porque siempre realizó su labor con discreción y humildad, ajeno al protagonismo.
 
Entre 1947 y 1960 trabajando para el Ayuntamiento de Arrecife, y entre ese año hasta su jubilación en el Cabido, en 1997, la trayectoria de Luis Morales coincide, prácticamente, con la del Cabildo en los años clave de la definición del actual modelo de desarrollo, con el turismo como eje central. Luis Morales Padrón fue la primera persona en la que pensó José Ramírez Cerdá, en 1960, cuando abordó el reto de modernizar el Cabildo para afrontar el desarrollo de Lanzarote. Su competencia y su solidez profesional le permitieron acometer varias obras a la vez, a cual más compleja. Todos los que lo han conocido destacan su profesionalidad, nobleza y gran sentido de la lealtad.
 
“Fue su padre, maestro Manuel Morales Martín, quien enseñó a su hijo los secretos de la construcción”
En 1950, entra en contacto por primera vez con César Manrique, a quien el Ayuntamiento de Arrecife encarga el adecentamiento de la Plaza de Las Palmas, situada delante de la Iglesia de San Ginés. Luis Morales tenía 18 años de edad y, en un primer momento, es su padre, jefe de mantenimiento del Ayuntamiento de Arrecife, quien recibe las indicaciones de César y sus bocetos, pero quien remata la obra es Luis, por expreso deseo del artista. Fue su padre, maestro Manuel Morales Martín, quien enseñó a su hijo los secretos de la construcción y le transmitió la materia y los valores con los que se forjan los grandes hombres.
 
Entre mediados de 1955 y principios de 1960, José Ramírez y Luis Morales coincidieron en el Ayuntamiento de Arrecife, el primero como alcalde y el segundo a las órdenes de su padre. A partir de 1955, José Ramírez, Luis Morales y César Manrique anticiparon en el primer parque municipal de la ciudad lo que más tarde acometerían en la isla desde el Cabildo. José Ramírez toma posesión de la Presidencia del Cabildo en febrero de 1960, incorporándose Luis un mes más tarde. Fue Luis la primera persona en la que pensó José Ramírez para crear un nuevo equipo humano en el Cabildo. Luis tenía entonces 27 años de edad y respondió plenamente a la confianza en él depositada, siendo un leal colaborador del presidente y un ejecutor único de las ideas de César Manrique.
“José Ramírez tenía en mente crear una empresa para acometer las obras, que se llamaría Vías y Obras Insulares, y al frente de la cual iba a situar a Luis”

 
José Ramírez tenía en mente crear una empresa pública para acometer las obras, que se llamaría Vías y Obras Insulares, y al frente de la cual iba a situar a Luis. Esta iniciativa sería la piedra angular del desarrollo posterior que experimentaría la isla. El adecentamiento y mejora de la red insular de carreteras fue uno de los grandes ejes sobre los que pivota la acción de Vías y Obras en aquellos años. Los avances se hicieron notar de inmediato.
 
El trabajo de Vías y Obras no se limita a mejorar y asfaltar caminos, sino que persigue que las obras estén bien hechas y sean duraderas. Otra característica de la forma de trabajar del equipo del Cabildo es la integración paisajística de las carreteras. Influencia de César. En lugar de hacer una carretera, tendían una alfombra sobre el paisaje. En todo momento Luis Morales tiene presente que aquella ingente tarea fue posible gracias al trabajo en equipo, y recuerda los nombres de todos sus colaboradores: Marcial Grimón, Daniel Camacho, Rafael Cabrera Rodríguez, Carlos González, Eduardo Cáceres, Antonio Santana, Federico Padrón, Severo Villalba…  Tantos...
 
A lo largo de la década de los sesenta, bajo la dirección artística de Manrique y con Luis Morales como jefe de obras, se acometen diversas obras esenciales, como el acondicionamiento del campo de aviación (agosto de 1962), la apertura al público de dos kilómetros de la Cueva de los Verdes (1964), la apertura del Jameo Chico en los Jameos del Agua (1966), la Ciudad Deportiva de Lanzarote (1968) y la conclusión de las reformas de los caminos vecinales (1969). Pero hay que destacar, sobremanera, la adjudicación al Cabildo de la ejecución de la pista afirmada en el aeropuerto (1964), cuya finalización vino a consolidar la red de comunicaciones con el exterior.
 
“Luis Morales supo dar forma plástica a las ideas de César Manrique, y convirtió en realidades los proyectos de los ingenieros y los arquitectos”
 
En los años setenta, de nuevo bajo la dirección artística de Manrique y con Luis como jefe de obras, el Cabildo se embarca en un período de gran actividad. Así, se crea el Restaurante El Diablo, en las Montañas del Fuego (1970); el Mirador del Río (1973); se restaura el Castillo de San José acondicionándose para albergar el Museo Internacional de Arte Contemporáneo (1976); se inician las obras del Auditorio de los Jameos del Agua (1976) y comienzan las obras en el Jardín de Cactus (1977), inaugurado en 1990.
 
La coincidencia de personas, fuentes de financiación, buena administración de recursos escasos, la conversión del Cabildo en un auténtico gobierno insular y la existencia de un proyecto claro de isla dio sus frutos de inmediato, contribuyendo a edificar una gran obra llamada Lanzarote al amparo de una nueva industria: el turismo. Programando el trabajo y coordinando diversos equipos, cada uno de los cuales tenía al frente a su propio capataz, Luis Morales Padrón supo dar forma plástica a las ideas de César Manrique, y convirtió en realidades los proyectos de los ingenieros y los arquitectos. A tal fin, recibía y controlaba los materiales, y cada día, organizaba el trabajo, distribuía los hombres, aplicaba las herramientas y la maquinaria y gestionaba el material necesario, entre otras muchas y variadas tareas. Por último, supervisaba y verificaba los procesos y resultados de los diferentes trabajos, tarea que se empeñó en compartir semanalmente con todos los presidentes que tuvo el Cabildo entre 1960 y 1997.
“Aquí, en Vías y Obras, las cosas fáciles las hacemos sobre la marcha, lo difícil tardamos un poco, y si quiere usted que hagamos milagros tiene que avisar con tiempo”

 
Luis Morales educó la capacidad de abstracción, ya que las de organización, liderazgo y dotes de mando formaban parte de su personalidad. A esto unía su capacidad de resolución y su tenacidad. Nunca se arrugó ante la adversidad ni ante las dificultades. Por otro lado, su aprecio por la belleza se vio reforzado y ampliado junto a César Manrique.
 
Cuando Luis Morales se jubiló, el día 24 de julio de 1997, disponía de unos 150 hombres, aunque llegó a tener a su cargo más de 300. Además de la buena gestión de los recursos económicos y materiales, cuenta entre sus logros  contagiar la ilusión y el entusiasmo a todos los trabajadores. Aquel día le echó un último vistazo a la máxima por la que se condujo en su trabajo, el cartel que durante años estuvo colgado en su pequeño despacho: “Aquí, en Vías y Obras, las cosas fáciles las hacemos sobre la marcha, lo difícil tardamos un poco, y si quiere usted que hagamos milagros tiene que avisar con tiempo”.
 
El Cabildo puso en sus manos una gran causa y a ella se entregó con gran determinación. No le bastaba con hacer el trabajo; para él era natural hacerlo lo mejor posible. Junto a Manrique, fue quien inculcó una serie de valores en la obra pública del Cabildo, que, aunque débilmente, todavía perduran y que el propio Cabildo Insular, paradójicamente, señala como uno de sus grandes activos intangibles.