SEMBLANZA

Luis Morales Padrón, el mejor intérprete de César

Acaba de ver la luz el libro Luis Morales Padrón, una biografía del encargado general del Cabildo durante 37 años y más fiel intérprete de Manrique.

El libro Luis Morales Padrón es una biografía del encargado general del Cabildo entre 1960 y 1997. Luis se jubiló después de más cinco décadas de vida laboral. Comenzó a trabajar en el Ayuntamiento de Arrecife, en 1947, hasta que pasa al Cabildo de la mano de José Ramírez Cerdá. Fue el encargado general de la primera Corporación y desempeñó, siempre con lealtad y entrega plenas, el papel que le correspondió.

La biografía de Luis Morales coincide, en buena parte, con la trayectoria del Cabildo de Lanzarote en los años clave de la definición del actual modelo de desarrollo, con el turismo como protagonista. De él suele decirse que es el más fiel intérprete de César Manrique a la hora de ejecutar sus ideas, pero no son tan conocidas sus propias aportaciones, entre otras razones porque siempre realizó su labor con la humildad que aun hoy le caracteriza.
 
Con 14 años, empezó a trabajar de aprendiz en el Ayuntamiento de Arrecife bajo la tutela de su padre, maestro Manuel Morales Martín, quien, durante décadas, fue el encargado de mantenimiento en la institución. De la mano de maestro Manuel descubre todos los secretos de la construcción. En 1950, entra en contacto por primera vez con César Manrique, a quien la ciudad le encarga el adecentamiento de la Plaza de Las Palmas, situada delante de la Iglesia de San Ginés. 
 
“Luis fue la primera persona en la que pensó José Ramírez para crear un nuevo equipo humano en gobierno insular”
 
Entre mediados de 1955 y principios de 1960, José Ramírez Cerdá y Luis Morales coincidieron en el Ayuntamiento de Arrecife, el primero como alcalde y el segundo a las órdenes de su padre. A partir de 1955, José Ramírez, Luis Morales y César Manrique anticiparon en el primer parque municipal de la ciudad lo que más tarde acometerían en la isla desde el Cabildo.
 
Luis fue la primera persona en la que pensó José Ramírez para crear un nuevo equipo humano en gobierno insular, a cuya Presidencia accede a principios de 1960. Lógico, por cuanto el área de Vías y Obras estaba llamada a desempeñar un papel absolutamente central en el plan del nuevo presidente para los próximos años. Luis tenía entonces 27 años de edad y respondió plenamente a la confianza en él depositada, siendo un leal colaborador de Ramírez y un intérprete y ejecutor único de las ideas de César Manrique.
 
El trabajo de Vías y Obras no se limita a mejorar y asfaltar caminos, sino que persigue que las obras estén bien hechas y sean duraderas. Otra característica de la forma de trabajar del equipo del Cabildo es la integración paisajística de las carreteras, por influencia de César. En lugar de hacer una vía pública, tendían una alfombra sobre el paisaje.
 
“Los años sesenta y setenta fue un período de fecunda actividad: Jameos, Polideportivo, pista del Aeropuerto…” 
 
A lo largo de la década de los sesenta se acometen diversas obras clave, como el acondicionamiento del campo de aviación (1962), la apertura al público de dos kilómetros de la Cueva de los Verdes (1964), la apertura del Jameo Chico en los Jameos del Agua (1966), la Ciudad Deportiva de Lanzarote (1968) y la conclusión de las reformas de los caminos vecinales (1969). Pero hay que destacar, sobremanera, la adjudicación al Cabildo de la ejecución de la pista afirmada en el aeropuerto (1964), cuya finalización vino a consolidar la red de comunicaciones con el exterior.
 
En la década siguiente, bajo la dirección artística de Manrique y con Luis Morales como jefe de obras, el Cabildo se embarca en un período de gran actividad. Así, se crea el Restaurante El Diablo, en las Montañas del Fuego (1970); el Mirador del Río (1973); se restaura el Castillo de San José acondicionándose para albergar el Museo Internacional de Arte Contemporáneo (1976); se inician las obras del Auditorio de los Jameos del Agua (1976) y comienzan las obras en el Jardín de Cactus (1977), inaugurado en 1990.
 
Luis Morales: “Si quiere usted que hagamos milagros tiene que avisar con tiempo”
 
Cuando Luis Morales se jubiló, el día 24 de julio de 1997, disponía de unos 150 hombres, aunque llegó a tener a su cargo más de trescientos. Además de la buena gestión de los recursos económicos y materiales, cuenta entre sus logros el haber conseguido contagiar la ilusión y el entusiasmo a todos los trabajadores. Aquel día le echó un último vistazo a la máxima por la que se condujo en su trabajo, el cartel que durante años estuvo colgado en su pequeño despacho: “Aquí en Vías y Obras las cosas fáciles las hacemos sobre la marcha, lo difícil tardamos un poco, y si quiere usted que hagamos milagros tiene que avisar con tiempo”.
 
Su competencia y solidez profesional le permitió abordar a la vez varias obras, a cada cual más compleja, planificar el trabajo, controlar las actividades y la calidad, y dar instrucciones ayudando a resolver problemas, dejando trabajar a menos que se necesitase ayuda y apreciando la tarea bien hecha. Todos los que lo han conocido destacan su profesionalidad, nobleza y gran sentido de la lealtad.
 
El Cabildo puso en sus manos una gran causa y a ella se entregó con gran determinación. No le bastaba con hacer el trabajo; para él era natural hacerlo lo mejor posible. Junto a Manrique, fue quien inculcó una serie de valores en Vías y Obras y en la obra pública del Cabildo, que, aunque débilmente, todavía perduran y que la propia Corporación señala como uno de sus grandes activos intangibles.