Relatos de Vida

"Lo más duro son las limitaciones, ver a los niños fallecer en tus manos por hambre"

Entrevista a Cristina Martel, enfermera lanzaroteña y cooperante
La enfermera lanzaroteña, Cristina Martel, decidió recorrer el mundo para ayudar a quienes lo necesitan. Brasil, Yemen o Sudán del Sur, la cooperante cuenta en una entrevista los momentos más duros y también los más emotivos de sus viajes. 
"Lo más duro son las limitaciones, ver a los niños fallecer en tus manos por hambre"

Un orfanato en Brasil, combatir la covid y el miedo de los yemeníes en Yemen, o trabajar en un hospital donde las enfermedades comunes se mezclaban con picaduras de serpiente y heridas de guerra, en Sudán del Sur.

La enfermera lanzaroteña Cristina Martel ha recorrido distintos países con el único objetivo de trabajar y ayudar donde se le ha necesitado. Aunque más de una vez se haya visto realmente afectada, emocionalmente, o incluso habiendo vivido distintos riesgos por viajar a lugares de conflicto, Cristina Martel siempre apuesta por nuevas experiencias. Y es que la satisfacción de ayudar a personas que lo necesitan, para ella, nunca ha tenido precio. 

Todavía con los sentimientos a flor de piel, tras su última experiencia, la enfermera se emociona al recordar y comentar algunos de los momentos más duros de sus viajes. “Una amiga me dijo que tenía que aprender a vivir en dos mundos. Cuando estás allí, centrarte en aquella realidad y, cuando regresas, volver a tu vida. Si no lo haces así, no vives. Hay que hacer un trabajo psicológico importante”.

Es cierto que me choca escuchar algunas quejas, después de vivir lo que he vivido en esos países

“Pasar de hospitales y, en general, de lugares donde no tienen nada, a venir aquí, donde lo tenemos todo… Es un contraste muy grande”. Sobre esto, la cooperante reconoce que “es cierto que me choca escuchar algunas quejas, después de vivir lo que he vivido en esos países. Pero tampoco puedo pedir que la gente entienda cosas que no ha visto ni sentido”.

Yemen, un país en guerra desde hace cinco años donde el 81 por ciento de la población requiere de la ayuda humanitaria, 20 millones de personas padecen inseguridad alimentaria y cuatro millones se han visto desplazadas de sus hogares. Martel terminó ayudando a combatir allí el coronavirus.“El miedo está ahí, pero siempre intentaba no pensar en que te puede pasar algo. En esas situaciones no te puede ganar el miedo”.

“Estamos hablando de Yemen, un lugar de extrema pobreza y en el que se suma la parte armada, de conflicto. Fue una experiencia muy complicada. No teníamos bancos de sangre, y lo que hacíamos era hablar con las familias, para buscar donadores, si el grupo no era compatible, llamar a gente de la comunidad para intentar buscar por todos los medios y salvar a todas las personas que pudiéramos”, cuenta emocionada.

 Fue horrible. Algunos fallecían por el simple hecho de que nos quedábamos sin botellas de oxígeno

La cooperante canaria viajó después a Sudán del Sur, para trabajar en un hospital. Uno de los países más pobres en el mundo, con una crisis alimentaria y una situación de pobreza extrema, además de estar envuelto en conflictos armados. “Fue horrible. Algunos pacientes fallecían por el simple hecho de que nos quedábamos sin botellas de oxígeno”. Sobre la covid, Martel recuerda a una señora “que me venía gritando que por favor no la matara. Por el miedo que tenía a la medicación y las vacunas, por los bulos que se habían difundido y el trato que allí han recibido siempre”.

Su compromiso social le ha hecho viajar también varias veces a la zona del Sahel, donde desarrolla un proyecto personal, de cooperación y muy emotivo con Burkina Faso: el Festival Tempoko, también realizado en Lanzarote. “Un festival con corazón, mágico”. Un festival que nace para ayudar y motivar a la gente del país, necesitada de muchas cosas en la vida, especialmente de alegría, lo que busca contagiar esta actividad. “Lo hago porque le debo mucho a ese país y a su gente”.

Ver a niños, sanos, fallecer por enfermedades que no deberían existir, o por hambre, es lo peor

Cristina Martel, una joven que, sin duda, y tras vivir tantas experiencias, ha aprendido a valorar mucho más la vida. Su cámara de fotos llega siempre a Lanzarote llena de instantáneas y su maleta repleta de historias, unas muy duras y tristes, y otras también muy bonitas y emotivas.

“Lo más duro han sido, en general, las limitaciones, especialmente con los niños. Ver que los niños, sanos, fallecen por enfermedades que no deberían existir, o por hambre… Eso es lo que más impotencia da".  Y lo mejor, según explica Martel, sin duda, el equipo, la compañía y los momentos que vives con toda esa gente. “Experiencias todas ellas que se quedarán siempre para ti”.

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