Relatos de Vida

"Antes éramos más felices, nos complicábamos menos y valorábamos más las cosas "

Mirita Socas en Relatos de Vida
Vecina de Haría, amante del campo, el calado y el ganchillo. Con su testimonio, Mirita Socas, de 87 años, refleja la evolución de una sociedad que siempre ha sabido sobreponerse a las dificultades de la vida
"Antes éramos más felices, nos complicábamos menos y valorábamos más las cosas "

Amante del campo, el calado y el ganchillo. Una mujer llena de energía, que aún en la actualidad sigue vinculada al mundo de la agricultura y la ganadería y que, al igual que en su juventud, busca cualquier momento del día para pasarlo con su aguja y sus telas.

Trabajadora y luchadora, desde muy joven ha tenido que compaginar sus estudios, con sus hobbies. Protagonista de varias historias de superación, ella es Teodomira Socas Perdomo, Mirita, tiene 87 años, y en Relatos de Vida cuenta distintas anécdotas y experiencias en el plano profesional, social y personal.

Vecina del norte, Mirita siempre ha vivido en Haría. Una mujer muy afortunada. Así se considera y así lo cuenta en la entrevista. Nunca pasó necesidad porque siempre contó con la finca de su familia, donde iba muchos días a ayudar con los animales. "Siempre me gustó mucho estar en el campo. Además podía compaginarlo con los estudios". Algo que no era habitual en aquella época.

"La vida ha cambiado mucho. Ahora se complican por todo"

Con su testimonio, Mirita refleja la evolución de una sociedad que siempre ha sabido sobreponerse a las dificultades de la vida. Sorprendida por cómo ha evolucionado el mundo, en su memoria todavía se mantiene la imagen de su infancia. "La vida ha cambiado mucho. Ahora se complican por todo. Con lo bonito que era todo antes y con lo poco que nos conformábamos". 

Mirita trabajó muchos años en el campo, los suficientes para conocer el sacrificio que conlleva. Hasta que un día dijo basta. Una jornada en la que los cuervos se comieron el millo, Mirita puso rumbo a Arrecife a buscarse la vida, y encontró trabajo en un hotel. En aquel entonces ya estaba casada y tenía dos hijos. De allí pasó también a ser camarera de piso en unos apartamentos en Puerto del Carmen, donde trabajó hasta que se jubiló.

En el relato de su vida, también recodó los momentos más complicados que atravesó por culpa de varias enfermedades. Entre ellas el sarampión y un cáncer de pecho, batalla que también pudo ganar. "Yo no sé si somos como los gatos que tenemos siete vidas", cuenta Mirita entre risas en la entrevista.

"Mientras estaba dormida, anestesiada, soñé clarito con unas piezas que quería coser. Se lo dije a mi hija y en cuanto llegué a casa me puse con eso". Una pasión que desde entonces ha sido una terapia para Mirita.

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