ARRECIFE

El Puente del Muelle Grande, hermano de sangre del Puente de las Bolas

Puente del Muelle Grande y, detrás, el Puente de las Bolas.
Puente del Muelle Grande en primer plano y, detrás, el Puente de las Bolas. Bajo el espacio infantil del parque se encontraba el Muelle Chico.

No parece acreditado que la población haya interiorizado aquella máxima expresada por Bertrand Rusell que consiste en discernir qué puentes hay que cruzar y qué puentes quemar

El Puente del Muelle Grande, hermano de sangre del Puente de las Bolas

El Puente del Muelle Grande es hermano de sangre del Puente de las Bolas. Desde hace poco más de un siglo, convive a su lado con discreción sin intención alguna de competir con el puente levadizo y sus dos columnas coronadas por dos bolas convertidas, desde allá cuándo, en el mejor símbolo de la ciudad. El Puente del Muelle Grande consta de tres arcos, data de principios del siglo XX y lleva este nombre porque se encuentra en el camino que conduce al viejo muelle comercial. O Muelle Grande.

Las piedras basálticas se extraían de La Pedrera

Como es natural, si una instalación portuaria se la llama ‘Grande’ es por contraste a otra, obviamente más pequeña. Esta no es el Muelle de la Pescadería, ubicado entre el edificio del antiguo Parador de Turismo y el Real Club Náutico, sino el Muelle Chico, del que sólo se aprecia su muralla. El Muelle Chico se encontraba donde hoy se alza el espacio de juegos infantiles y la zona verde contigua del Parque José Ramírez Cerdá. Uno y otro quedaron unidos a principios del XX por una nueva vía que arrebató al Puente de las Bolas sus funciones de tránsito, pero no sus atributos.

A finales del XIX, la contrastada vocación portuaria y marinera de Arrecife no disponía de instalaciones que estuvieran a la altura de las excepcionales condiciones que ofrecía su bahía para el fondeo de todo tipo de embarcaciones. En 1901 se aprobó el proyecto de construcción del llamado Muelle Grande y las obras comenzaron un año después, pero a ritmo muy lento. Las piedras basálticas se extraían de La Pedrera, para lo cual la empresa constructora instaló unos raíles para transportarlas desde el lugar de la extracción hasta el muelle, y que permanecieron hasta su retirada, en 1914.

Cuando aún estaba operativo el viejo atracadero…

Situada en la intersección de las calles Murcia y Albacete, en las cercanías de las Cuatro Esquinas, La Pedrera es hoy una pared de entrenamiento para la escalada. La visita del rey Alfonso XIII a la isla aceleró las obras y el Muelle Grande fue inaugurado en 1920. Antes hubo que conseguir del Estado la financiación del muelle y su construcción, incluido su camino de acceso y el puente que nos ocupa, el hermano de sangre del de Las Bolas. Consta de tres ojos y mampuestos labrados irregulares trabados con argamasa, mientras que las dovelas y el cordón que remata la arcada son de piedra labrada.

Cuando aún estaba operativo el viejo atracadero, si te ibas de viaje en barco, te dirigías hacia la boca del muelle, enfilabas el camino adoquinado, atravesabas el puente, dejabas a tu izquierda el Castillo de San Gabriel a la altura del Islote del Quemado y recorrías el siguiente tramo hasta la pasarela de acceso al correíllo. Y, mientras aguardabas su salida, en ningún momento dejabas de mirar hacia las casas de Arrecife, a lo lejos, en la orilla.

La antesala del camino a La Villa

Del mismo modo, al regresar a la isla en barco, al llegar, descendías casi al alba del correíllo, encaminabas tus pasos sobre el suelo adoquinado, dejabas a tu derecha el Castillo de San Gabriel, atravesabas el puente y, al alcanzar la boca del muelle, ya estabas en el centro de Arrecife, a las puertas de la Calle Real. O en la antesala del camino a La Villa, según se mire, y ya no volvías la vista atrás.

Arrecife cuenta con nueve puentes, así que parece estar acreditado el gusto por estas construcciones en una ciudad portuaria rodeada de islotes, arrecifes, bajas y charcos. Lo que genera más dudas es si la población ha llegado a interiorizar aquella máxima de la vida expresada por Bertrand Rusell y que consiste en discernir qué puentes hay que cruzar y qué puentes quemar. En esto, Arrecife gira y gira como una noria sin fin cometiendo  siempre los mismos errores.

Comentarios