6.745 conejeros fachas

Monumento franquista. Plaza de Las Palmas, Arrecife.

A este paso, habrá quien crea que una auténtica manada pudiera llegar a sorpasar a Sigfrid Soria por la derecha, dejándolo compuesto y demodé. Mas, no lo parece. Es imposible que sean fachas de pedigrí acreditado los 6.745 conejeros y conejeras que votaron a VOX al Congreso de los Diputados el pasado domingo, aunque algún votillo cayó también en Caleta del Sebo. Serían nada menos que 6.745 supuestos ultranacionalistas españoles de pro quienes casi les ponen la pata por arriba a los nacionalistas canarios, pues se quedaron a sólo 134 votos de superar a la alianza formada por Coalición Canaria y Nueva Canarias. Demasiadas emociones en tan poco tiempo.
 
Veamos… ¿Tanto facha hay en Lanzarote? Pudiera ser que sí, que VOX haya tocado los corazones de 6.745 personas y que haya aflorado en ellas su verdadero espíritu, que andaba alicaído y camuflado por ahí, en otros partidos. Pudiera ser que hasta ahora no supieran que son unos fachas de libro, creyéndose demócratas con déficit, en tránsito, pendientes de madurar, sin saber hasta este momento de dónde provenían sus tics autoritarios ni qué hacer con ellos. Pudiera ser que, de repente, hayan encontrado su sitio en la historia identificándose con algunos monstruos de la talla de Hitler, Mussolini o Franco.
 
Como quiera que sea, hay que tomarse muy en serio a los enemigos de la política y la democracia
Pero, no lo creo. ¿6.745 fachas? Imposible. A ver, están los que están y son los que son, de extrema derecha de toda la vida, entre los que se encuentra el sector auténtico, los nostálgicos de la dictadura franquista, aquellos que están convencidos de que estos de VOX son unos blandengues. Luego estarían los desencantados con el PP, los que jugaron a ser liberales para fastidiar al PP, los indignados de derechas, los que se han tragado que el problema de la ciudadanía en este país se reduce al color de las banderas o a si la superficie territorial del estado es más o menos grande, en realidad frikis deseosos de mano dura en las calles catalanas, como quien ve una peli, y desconocedores de la profunda raíz plurinacional del estado español.
 
Igual da. Como quiera que sea, hay que tomarse muy en serio a los enemigos de la política y la democracia, de la Constitución actual y la que está por llegar, de la libertad, la igualdad y la justicia. ¿Ignorarlos? Ni hablar. ¿Cordón sanitario? Por supuesto. ¿Confrontarlos? Fundamental. ¿Desenmascararlos? Estamos tardando. Francia, Alemania, Italia… muchos países dotados de sólidas democracias han ensayado y ensayan fórmulas para combatir el auge de la extrema derecha con desigual fortuna. No hay fórmulas infalibles: más democracia, más participación política, fiscalidad más justa, mejor redistribución de la renta y la riqueza, atacar la exclusión social, leer más, mejor periodismo, más cohesión territorial en un estado evidentemente diverso, robustecer los partidos políticos democráticos… Y votar. Dejarse de gilipolleces e ir a votar.

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