Top Secret, 12 de marzo de 2019

César y Gran Canaria

Este viernes César Manrique será designado oficialmente Hijo Adoptivo de Gran Canaria, a título póstumo. Será en un acto solemne que se celebrará en el Auditorio Alfredo Kraus, en Las Palmas de Gran Canaria. Siga leyendo...

César y Gran Canaria

Este viernes, César Manrique será designado oficialmente Hijo Adoptivo de Gran Canaria, a título póstumo. Será en un acto solemne que se celebrará en el Auditorio Alfredo Kraus, en Las Palmas de Gran Canaria. Podríamos decir que la isla capitalina cumple con una deuda pendiente con el más universal de nuestros paisanos. En diversas ocasiones, se intentó que Manrique interviniera en Gran Canaria. El sueño más conocido era convertir El Confital en algo similar al Lago Martiánez, en el Puerto de la Cruz. Una intervención que transformara un lugar marginal en un sello de calidad. Hablamos de finales de los ochenta, principios de los noventa. Hasta entonces, la huella manriqueña se limitaba a un par de murales en sendos hoteles y a otro frustrado intento de intervenir en San Bartolomé de Tirajana, ya sin remedio en aquella la época. Cuentan que César llegó a decir que se podría empezar la intervención poniendo una bomba para arrancar de cero. ¡Cómo vería aquello!  Luego, tras su fallecimiento, se instaló una de sus esculturas de la serie Juguetes del Viento en la plaza de La Puntilla. Este viernes, César será recibido por Gran Canaria como uno de sus hijos. La iniciativa del Cabildo que preside Antonio Morales emociona y enorgullece. Y les honra.

La Sardina

Sin excesivo aparato propagandístico, Gran Canaria en general y Las Palmas de Gran Canaria en particular han ido poniendo en relieve el recuerdo de César Manrique en el año del 100 aniversario de su nacimiento. El último gesto, antes del homenaje del viernes, ha sido el diseño de la sardina con la que se ha enterrado el Carnaval de la ciudad que dirige Augusto Hidalgo. Un pasacalle en el que Doña Sardina iba custodiada por las banderas del Cosmos, otra de las creaciones de César, y que ponía punto y final a unos carnavales donde no pocos ciudadanos anónimos y grupos carnavaleros han tributado su modesto y sentido homenaje con fantasías que han recordado alguna de las creaciones de César. Ya dijimos que nos espera un año de continua piel de gallina para los que militamos en el manriquismo. Quizá todo esto ayude a entender la auténtica  dimensión del hombre que cambió el destino de Lanzarote.

Los actos

Sin embargo, en lo que hasta ahora conocemos de los actos del Centenario, echamos de menos un crucial aspecto de la vida de Manrique: su faceta de activista medioambiental. La más incómoda para el poder político, ciertamente. Demos por bueno que al César artista se le recuerde con exposiciones, libros o teatros. Aceptemos que al Manrique vitalista se le quiera homenajear con un sin parar de conciertos de los más variados estilos. Pero ¿qué ocurre con el César Manrique agitador de conciencias? El hombre que luchó porque Lanzarote siguiera siendo blanco, quien se entregó a la sapiencia arquitectónica del campesino conejero, aquel que se ponía el pueblo a su espalda y sobre las palas de las excavadoras, quien evitó que nos estandarizáramos como destino turístico… y mil cosas más. El Manrique activista no aparece reflejado en acto alguno (jornadas, mesas redondas, congresos, debates...). Es verdad que queda por conocer la agenda de actos diseñada por la Fundación César Manrique y resta la esperanza de que, al menos ellos, no lo pasen por alto.

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