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Canteras de Tinamala, la cuna del canto rojo

Hoy abandonadas, atraen a los caminantes ávidos por conocer los rincones de Lanzarote. En 1987 se convirtieron en un templo egipcio para una película.

Canteras de Tinamala, la cuna del canto rojo

La caldera de Tinamala guarda un secreto en su interior. Se trata de las canteras excavadas en los flancos del edificio volcánico para extraer cantos de un vivo color rojo, empleados con profusión a mediados del siglo pasado en la construcción de edificios hasta que se produjo su declive con la llegada de un nuevo material, el bloque. El corte de los bloques ha dejado un original espacio escalonado.

Situada al lado del pueblo de Guatiza, la montaña de Tinamala, de poco más de 300 metros de altitud, contiene en su interior toba volcánica, una roca ligera, de consistencia porosa, formada por la acumulación de cenizas u otros elementos volcánicos muy pequeños. El canto rojo fue el material muy empleado para construir casas hasta la aparición de las fábricas de bloques ya que, aunque compacto, su relativa consistencia lo hacía ideal para el trabajo de cantería. Las canteras cesaron su actividad a principios de los años setenta del siglo pasado y hasta llegaron utilizarse para almacenar agua de lluvia.
En las canteras llegaron a trabajar una decena de operarios
 
Isaías Fernández Cejudo, natural de Guatiza, era transportista cuando adquirió y explotó las canteras de Tinamala, hasta que, más tarde, instaló en Arrieta una fábrica de bloques y otros materiales de construcción. Las canteras vivieron su época de esplendor entre 1955 y 1965, en especial cuando un ingenioso Jesús Soto, cuya profesión entonces era electricista, ideó una máquina para cortar los bloques de forma autónoma, mejorando la productividad de la decena de operarios que llegaron a trabajar allí, y cuya función era perfeccionar o corregir el corte que el artilugio hacía en algunos cantos, además de cargarlos en los camiones para su transporte.
 
En las cercanías de la montaña de Tinamala, al borde de la carretera, se encontró un día Luis Morales Padrón a Jesús Soto. La moto en la que se desplazaba se le averió a quien más tarde sería maestro artístico en el Cabildo. Casualmente, por las inmediaciones se encontraba un equipo de Vías y Obras asfaltando el tramo de carretera entre Guatiza y Mala, entre los que estaba Luis Morales en su todoterreno. Hasta ellos se acercó Soto y le dijo a Luis, el encargado general del Cabildo entre 1960 y 1997, que si podía llevarlo a Arrecife.
En 1987 se rodó aquí una versión cinematográfica de la ópera ‘Aida’
 
Durante dos o tres días hicieron juntos el trayecto, al punto de que Luis Morales propuso a Soto al presidente del Cabildo para iluminar la Cueva de los Verdes. José Ramírez Cerdá le había pedido a su encargado general que buscara un electricista para instalar unas bombillas para entrar a la Cueva, ver su interior y estudiar qué se podía hacer en ella con fines turísticos. Más adelante, durante muchos años, ambos, Morales y Soto, acompañarían al presidente, junto a otros estrechos colaboradores suyos, en sus visitas de los sábados a las obras de la institución en aquel mismo ‘jeep’ conducido por Luis.
 
Hoy abandonadas, las canteras de Tinamala atraen a los caminantes ávidos por conocer los rincones de Lanzarote. Aquí encuentran un espacio extraño por su forma escalonada, cortes precisos y color rojizo y muchos, de inmediato, lo asocian a una imagen del antiguo Egipto. Y no andan muy equivocados. En abril de 1987 se rodó en Lanzarote una versión cinematográfica de la ópera ‘Aida’, de Verdi, realizada por un equipo sueco dirigido por Claes Fellbom y con un presupuesto de 150 millones de pesetas. Las canteras de Tinamala se convirtieron en un templo egipcio.

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