El rastro de César en Arrecife

El rastro de César en Arrecife

César Manrique (1919-1992) es uno de los grandes hijos que ha dado Arrecife. De él siempre se dijo que apenas hizo nada en su ciudad natal, una creencia que se viene abajo si se sigue atentamente su rastro.
 
Plántate enfrente de la rotonda situada delante del Gran Hotel. En el centro se alza la escultura ‘Barlovento’, fechada en 1970 y originalmente situada en el primer, verde,  frondoso y fresco parque Islas Canarias, demolido para escarnio de la capital y sustituido por una suerte de plaza despersonalizada a la que no se acercan ni las moscas. Popularmente apodada ‘La Chatarra’, Manrique tributó un homenaje al marino con una de sus grandes habilidades la reutilización de desechos, de un barco de hierro en este caso.
 
Encamina tus pasos hacia el Real Club Náutico, pero no mires hacia el Islote de Fermina, donde el artista proyectó una intervención en los años sesenta del siglo pasado que no ha levantado cabeza después de medio siglo. En el Náutico pide permiso para ver el mural que realizó en 1962. Cruza hacia el antiguo Centro Polidimensional ‘El Almacén’, el mayor regalo que César le hizo a Arrecife, inaugurado en 1974 y concebido para el desarrollo de la cultura contemporánea: teatro, poesía, pintura y escultura, cine de arte y ensayo... Busca si puedes la manera de entrar al antiguo Estudio del pintor, situado justo enfrente.
 
Coge la calle José Betancort abajo y dirígete al viejo Parador de Turismo para disfrutar de los murales que pintó en 1950
Coge la calle José Betancort abajo y dirígete al viejo Parador de Turismo para disfrutar de los murales que pintó en 1950. Al salir, el parque José Ramírez Cerdá es todo tuyo, desde ‘el pirulí’ de piedra volcánica hasta el parque infantil. De paso, tienes dos paradas. La primera en la oficina de CaixaBank, donde debe haber una pieza mural de madera, y luego detente un momento en la Casa de la Cultura ‘Agustín de la Hoz’, donde te aguarda otro mural y varios cuadros con su pintura matérica.
 
Más adelante, te espera la Plaza de la Iglesia, cuyo perímetro es una obra suya de mediados del XX y que ejecutó su mejor intérprete: Luis Morales Padrón. De ahí, sigue hacia el Charco de San Ginés, cuyo paseo marítimo lleva su impronta aunque no pudo concluir esta obra. Hasta la Casa del Miedo fue decorada siguiendo sus sugerencias.
 
Al trote, dirígete al Museo Internacional de Arte Contemporáneo del Castillo de San José, una intervención de mediados de los setenta que también dirigió Luis Morales como encargado general del Cabildo. De nuevo al trote, de regreso, toca una parada: una cervecita en ‘El Molino’ o, al lado, en casa de los hermanos Luna. Recuperado el resuello, el paseo de vuelta requiere detenerse en la Plaza del Hospital Insular, donde se encuentra una escultura suya de homenaje al Dr. José Molina Orosa, fechada en los sesenta. Acércate luego a Marina Lanzarote, ya que en la oficina de CICAR hay una reproducción del mural que el artista realizó para la primera terminal del Aeropuerto, una retrato de la geografía fisica y humana de la isla.
 
El itinerario concluye en Ca’Ginory. Pide una tapa de pescado rebozado y, mientras la disfrutas, piensa que en ese inmueble nació César en 1919. Da para un buen paseo la huella de César en Arrecife...

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