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Guanapay, la montaña de los dos castillos: el de Lanzaroto Malocello y el otro

Sobre el baluarte erigido por Malocello, su existencia “es innegable” ya que está garantizada por la cita de Le Canarien o crónica de la conquista francesa.

Guanapay, la montaña de los dos castillos: el de Lanzaroto Malocello y el otro

La toponimia lanzaroteña contiene nombres sonoros y hermosos, Guanapay entre ellos. Calles, bares, una agrupación folclórica, clubes deportivos o complejos de apartamentos han recurrido a este vocablo para denominarse, pero su lugar exacto queda reservado a la montaña que se eleva al noreste de la Villa de Teguise, y, derivado de ella, al castillo que se levanta en la parte más alta de la montaña. Pero, Guanapay albergó en el pasado otro castillo, el de Lanzaroto Malocello, un genovés que, al parecer, fue el primer europeo en arribar a Lanzarote en la primera mitad del siglo XIV.
Guanapay es de indudable origen guanche pero de significado desconocido
 
El nombre de Guanapay es de indudable origen guanche, aunque nada sepamos sobre su posible significado. Aparece en todos los registros escriturales y cartográficos de la isla, a pesar de que su exótico nombre es escrito con formas muy variantes, según Maximiano Trapero y Eladio Santana. La montaña es un cono volcánico, de 452 metros de altitud, de formación muy antigua y que, por tanto, se encuentra muy erosionada en sus laderas. 
 
La fortaleza actual se levantó en la cima de la montaña para defender la que fue capital de la isla de los frecuentes ataques piráticos berberiscos en los primeros siglos tras su conquista. Su construcción se remonta a las primeras décadas del siglo XVI, sirviendo en un principio como atalaya desde la que advertir de la llegada de barcos sospechosos y de refugio más seguro que el que podía ofrecer la Villa. 
A. Pallarés: la existencia del castillo "es innegable", está garantizada por ‘Le Canarien’
 
Sobre el baluarte anterior erigido por Lanzaroto Malocello, “la existencia del castillo es innegable: está garantizada por la cita de Le Canarien o crónica de la conquista francesa, en la que se habla de un viejo castillo que Lancelot Maloisel había hecho construir hacía tiempo (‘jadis’)” cuando el genovés conquistó la isla, según el predilecto Agustín Pallarés Padilla. “Hacia el interior de la isla, lejos del campamento de Rubicón, lo sitúa implícitamente Le Canarien”, asegura Agustín Pallarés, ubicándolo en la Montaña Guanapay en base a restos encontrados y documentación histórica.
 
Tradicionalmente, se ha asumido que Lanzaroto Malocello arribó a la isla en 1312 en una expedición de búsqueda de dos hermanos también genoveses que habían emprendido un viaje alrededor de África rumbo a las Indias. En 2011, un año antes del sexto centenario de aquel acontecimiento, se organizó una misión arqueológica para  hallar el castillo o torre de Malocello en la caldera y en la altiplanicie de la Montaña Guanapay, una construcción defensiva y protectora que el navegante edifica y en la que vive entre los majos antes de producirse la conquista franco-normanda en 1402.
En una carta portulano de 1339 aparece Lanzarote como ‘Insula de Lanzarotus Marocelus’
 
La expedición de Malocello a las Islas Canarias es un hecho histórico, confirmado por la carta portulano de 1339 cartografiada por el mallorquín o genovés Angelino Dulcert. En ella aparece Lanzarote denominada como Insula de Lanzarotus Marocelus, bajo bandera genovesa. Malocello fue un navegante y explorador de la República de Génova reconocido como el redescubridor medieval de Canarias y por ser el origen del nombre de la isla de Lanzarote. Génova es ciudad de navegantes. Su puerto es el más importante de Italia y uno de los más antiguos y de mayor importancia en el Mediterráneo europeo. 
 
Durante los siglos XII y XIII, Génova desempeñó un papel principal en la revolución comercial europea. Se convirtió en una ciudad próspera, en una potencia naval y en un centro comercial que competía con Venecia y con otras ciudades italianas en el comercio con Europa occidental. Sin embargo, Malocello no fue el último genovés en instalarse en Lanzarote, ya que, por ejemplo, en su obra Arrecife, el puerto de la barrilla, Agustín Millares Cantero constata que en 1806 se establece en Arrecife el comerciante genovés Juan Bautista Arata y al año siguiente lo hace Santiago Barón, también genovés y comerciante.

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