Lanzarote, idílica y corrupta

Lanzarote, idílica y corrupta

A Lanzarote, incluso a ojos del visitante informado,  le va quedando poco de idílica y mucho de corrupta. El diario El Mundo, hace pocos días, se hacía eco de la presentación del libro La ceguera del cangrejo, de editorial Siruela, y, en su mención a este hecho, el periodista se despachaba con esos dos calificativos de su cosecha, con independencia de que en la trama de la obra se ponga en evidencia el lado más siniestro vinculado al desaforado desarrollo.
 
Habrá varias posturas ante una afirmación que, en apariencia, nos perjudica como parte de este territorio por aquello de la ofensa, o como destino turístico, porque a ver qué van a pensar de nosotros y por ello podría dejar de venir el turismo. Habrá quien no se arrugue y afirme que esa es la realidad, o quien crea que, comparada con otros lugares, bien idílica que es y que vaya una exageración. Y que aquí, mal que bien comemos todos y no somos el tercer mundo. El precio de no serlo es lo que está en cuestión.
 
Si la riqueza nos la repartimos entre nosotros, mayor prosperidad
Sobre lo que desde luego se van a concitar unanimidades entre mis conciudadanos es en lo de la corrupción, y no es nada exclusivo de esta isla, sino del archipiélago, pues con la mayoría de edad, ya en democracia, aprendimos a manejarnos para huir de manejos externos. En ese momento nacieron los partidos nacionalistas, esto es, los empresarios locales manejando desde la política.
 
Desear tomar las riendas por los propios habitantes de un territorio parece algo legítimo, inicialmente para evitar la injerencia de agentes externos que sólo desean rentabilidad y acaban destruyéndolo todo. Y si la riqueza nos la repartimos entre nosotros, mayor prosperidad. La realidad ha sido otra bien distante, pues quedamos en manos de nuestros iguales, tratándonos tan mal  como creíamos que lo harían "los de fuera" con la riqueza en manos de tres, cargos públicos incluidos.
 
Sátrapas y sinvergüenzas, eso sí, de los nuestros, presentes allá donde miremos
Años atrás, quien es un conocido ciudadano militante de CC dedicado hasta hace bien poco a la política, ante la afirmación de que éramos peores que aquellos de los que abominábamos, porque iban a acabar con todo, afirmaba sin rubor que prefería que robaran lo de aquí a que lo hicieran los de fuera. Director general de cualquier cosa, amén de otras muchas responsabilidades durante años, el buen señor se despachó con semejante frescura y hoy vive retirado de la primera línea aunque corte el bacalao desde la trastienda. El problema es que pudo verbalizar el modus operandi que se ha podido dar desde hace décadas en Canarias.
 
Si el asunto se amarra bien, y se redactan unas buenas leyes que nos den carta blanca ya podemos tumbarnos a la bartola, con los colegas gobernado para nosotros, haciendo leyes para nuestros negocios e hipotecando idílicas posibilidades de vivir. Sátrapas y sinvergüenzas, eso sí, de los nuestros, presentes allá donde miremos. Nunca un demócrata pudo llegar a pensar que el autogobierno, que es lo que tenemos, sería la puerta de entrada de esta forma de vida que está destruyendo territorio y personas. Algunos seguirán pensando que mejor que sean los nuestros que los de fuera. Quien lo piense o lo diga, acaso es que sea parte de esa corrupción.

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