Top Secret, 9 de mayo de 2019

Misión cumplida

Esta foto que ven nos la remite un ciudadano. Se corresponde con el momento en el que Gloria Moreno, la sargento del Seprona, abandona el edificio de los Juzgados. Dentro acababan de sentarse en el banquillo de los acusados una decena de personas que ella denunció. Siga leyendo...

Misión cumplida

Esta foto que ven nos la remite un ciudadano. Se corresponde con el momento en el que Gloria Moreno, la sargento del Seprona, abandona el edificio de los Juzgados. Dentro acababan de sentarse en el banquillo de los acusados una decena de personas que ella denunció. Así que misión cumplida. Una de las labores de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado es la de perseguir delitos y poner en manos de la justicia a los sospechosos. Hecho esto, a por la siguiente tarea con la satisfacción del deber cumplido. De ahí que veamos el semblante sonriente, relajado, de una mujer a punto de ponerse las gafas de sol y perderse entre el resto de la ciudadanía. Si vamos más lejos, podemos imaginar que la protagonista está a punto de ir a tomarse algo. ¿A celebrar que hoy ha tenido lugar el conocido como Juicio de las Pardelas? Quizá no sea tanto eso, ya hemos dicho que una de las misiones de la Guardia Civil, en este caso, es procurar que cosas como esta sucedan, como el camino que ha tenido que recorrer hasta aquí, lleno de vicisitudes, incomprensiones, expedientes, denuncias e impedimentos tales que sólo una mujer fuerte, y convencida de que la verdad estaba de su parte, ha podido soportar. Está pudiendo soportar.

Rutina

El 8 de septiembre de 2015, los encausados organizaron un convite en el Islote de Alegranza, en el Parque Natural del Archipiélago Chinijo, que es un Espacio Natural Protegido, cuyo objeto era “la degustación de diversos ejemplares de la pardela cenicienta que previamente habían capturado, a sabiendas de que la misma se encuentra protegida”. Estos contravinieron las condiciones establecidas en el expediente del Cabildo de Lanzarote que les autorizaba, “a algunos de ellos, para el fondeo y pasar el día en la playa”. Y les pilló el Seprona. En la operación estaba Gloria Moreno. Desde ese día  y en apenas nueve meses, sus superiores le abrieron cinco expedientes: los primeros fueron por faltas leves; los dos siguientes, graves y el último muy grave e incluso le supuso que, como medida cautelar, le cesaran de funciones un par de meses. Las razones, muy variopintas. Hay ríos de tinta explicándolas, así que no nos vamos a detener en detalles. Hoy sólo queremos compartir que ella sigue de pie. Y este miércoles no se la pudo ver más feliz. Ahora, que la Justicia dictamine.

Impunidad

¿Qué lleva a prohombres de la sociedad lanzaroteña a darse, según la denuncia, un festín de pardelas? Parece claro que ha de ser cualquier otra cosa distinta al deleite gastronómico. Ese bicho no es especialmente sabroso, nos cuentan, y cualquiera de los allí presentes saca un fajo y se pega una mariscada de ley. Pero no, fueron a por pardelas, dice la denuncia. Ellos lo niegan todo. Alegan que estaban comiendo tortilla. Carne cabra, a lo sumo. La respuesta a la pregunta inicial es el morbo de lo prohibido. Traspasar la línea y sentir esa íntima satisfacción de que no te van a pillar. Y si te pillan, como otras veces, no te ha de pasar nada. “Somos intocables y comemos pardelas en Alegranza porque nos sales de los mismísimos islotes”. Pues no, no son intocables. La foto de los comensales sentados en el banquillo de los acusados tiene ese valor: no son intocables. La inmunidad se ha terminado. Como se terminó para los que saqueaban las arcas públicas en el Ayuntamiento de Arrecife, Inalsa y donde pillaran. ¿No querían crecimiento y crecimiento para Lanzarote? Pues crecimos y hubo que traer más policías, guardias civiles, fiscales y jueces para controlar a la gente de más. Y, miren por dónde, los que vinieron empezaron a detener corruptos y denunciar delitos de toda índole. Cosas del crecimiento descontrolado, que se nos cuela gente que, algunos, hubiesen deseado que mejor no vinieran.

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