Top Secret, 6 de marzo de 2019

Mujer y elecciones

En breve tendrán que estar completadas todas las listas de los no pocos partidos que van a concurrir a las elecciones de mayo próximo. Y antes, incluso, saldremos de dudas en lo que respecta a los que nuestros representantes al Congreso, si los hay, y al Senado, que los habrá. Siga leyendo...

Mujer  y elecciones

En breve tendrán que estar completadas todas las listas de los no pocos partidos que van a concurrir a las elecciones de mayo próximo. Y antes, incluso, saldremos de dudas en lo que respecta a los que nuestros representantes al Congreso, si los hay, y al Senado, que los habrá. Y en la semana que incluye el 8 de marzo puede que sea un buen momento para reflexionar acerca del papel que la mujer juega en la política lanzaroteña. Que es más bien pobre, para qué nos vamos a engañar. En realidad es pobre, sigue siendo pobre, en todas partes. Y no sabríamos precisar si especialmente en Lanzarote o si, por el contrario, constituimos una excepción. Es cierto que la normativa obliga a una paridad que, visto lo visto, es más que bienvenida. La ausencia de legislación de género nos abocaría, nos hundiría un poco más, en el pozo del patriarcado en el que tan cómodos nos hemos sentido durante años. Y en el que algunos se siguen sintiendo como gorrinos en charco. Ya hemos visto, para mayor ver, cómo se dan casos de partidos que, si por ellos fuera, eliminarían normas y leyes que nos conducen a la igualdad de sexos. Del conjunto de la ciudadanía, colectivo en el que las mujeres constituyen el cincuenta por ciento, dependerá que les pongamos alas o plomos en los pies.

Candidatas

No es relevante que quien esto escribe confíe más en la capacidad de gestión de la mujer. Y tampoco viene al caso. Lanzarote ha conocido féminas a las que han tenido que sacar con jabón y agua caliente de la poltrona a la que se agarraban desafiando el propio juego democrático. Y tampoco es cierto que gobiernos comandados por mujeres nos iban a librar de las malas prácticas. Por juzgarse está unos de los peores ejemplos de (presunta, todavía) corrupción que la isla haya acogido y que tenía como protagonistas a una mujer y una libreta. De todos modos a quienes les pueda preocupar, o incomodar, que una mujer rija los destinos de instituciones conejeras, tienen una muy alta probabilidad de vivir tranquilos los próximos cuatro años. Puede que el mandato de 2019 se inicie incluso peor que el de 2015. No anda sobrado el panorama de cabezas de lista con nombre de mujer. Hay partidos que pueden perfectamente repetir aquellas fotografías, cercanas al blanco y negro, donde no aparecía ninguna mujer.

Mayoría

Probablemente no sea la política una actividad que despierte el interés mayoritario de las mujeres, como sí lo hacen oficios “de verdad” como los sectores sanitario o de la abogacía, por poner dos ejemplos en los que se dan dos circunstancias. La primera, la dicha: ellas son mayoría. La segunda, una paradoja: los órganos de gobierno de estos sectores suelen estar protagonizados por hombres. Hay más enfermeras que enfermeros. Pero muchas más. Sin embargo los representantes sectoriales suelen ser tíos. Y hay más abogadas que abogados. Y los decanatos y juntas de gobierno los forman, generalmente, hombres. Y si tiramos para arriba no les quiero ni contar el olor a naftalina, si las imágenes desprendieran olor, que se adivina en la pose de las más altas instancias judiciales de este país. En fin, que en breve tendremos, no unas elecciones, sino dos. Y quizá no reparemos del todo la brecha que tenemos que reparar. Pero corremos el riesgo, cierto, de hacerla todavía más profunda. Merece la pena pensar en lo que nos conviene más.

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