Top Secret, 22 de febrero de 2018

¿Son útiles los asesores?

¿Son útiles los asesores?

¿Son útiles los asesores?
En algún momento de la disparatada historia política de esta isla hemos dado cariz de normalidad a la figura del asesor. Pero, ¿son realmente útiles? Si no lo son, deberían serlo. Veamos por qué. El ejercicio de la política es voluntario y está pensado para personas con clara vocación de servicio público. Ciudadanos normales con más o menos estudios, con más o menos cultura. Se presentan a unas elecciones  y salen elegidos. Y al día siguiente siguen siendo los mismos: idéntica preparación intelectual que en la jornada de reflexión. Tienen ganas de trabajar para mejorar la calidad de vida de los vecinos pero llegan hasta donde llegan. Es lógico, por tanto, que aquel cargo público al que le ha correspondido sacar un área de la que desconoce absolutamente todo tenga alguien que le asesore para que camine por la línea correcta y desarrolle en las mejores garantías el programa electoral que ha merecido la confianza de los ciudadanos. ¿Se cumple esta premisa? Pues no. ¡Qué les vamos a contar que ustedes no sepan! La inmensa mayoría de los asesores que andan deambulando por los pasillos y despachos de las instituciones, sin entrar en su mayor o menor capacidad, ni asesoran ni se espera que asesoren. ¿Qué son, entonces?
 
Limosna
Es gente que admite las limosnas (muy generosas) de su partido. Hay varias categorías y un denominador común: ser del partido que gobierna. Hay 'asesores' (vamos a seguir llamándoles así) que son los siguientes en la lista electoral y que han quedado fuera de la institución. ¿Valen? Ni se sabe, pero para adentro que es una pena que el pueblo no haya votado lo suficiente como para que entraran a cobrar de lo común. Luego están los 'hijos o hijas de'. Un modo bastante equivocado, a nuestro juicio, de enfocar el futuro laboral de nuestros hijos: la política del enchufe y del pesebrismo no es la mejor lección que podamos darle a nuestra descendencia, francamente. Una tercera categoría sería la de la pareja. Hay casos en los que, sin cortarse un pelo, se enchufa a la novia, al novio, al marido o a la mujer. Directamente. ¿Por altura intelectual de estos? Más bien lo contrario, pero de aquellos. O de ambos. Y así podríamos seguir un rato largo. En resumen,  se da lo que se da: instituciones repletas de hombres y mujeres sin ningún mérito profesional, sin mayor dedicación que la de regalarle los oídos a su jefe político. No cobran un sueldo, que es lo que recibe toda aquella persona en compensación por su trabajo: perciben un subsidio, una limosna. Pero no se ponen colorados.
 
Guerra abierta
Somos unos privilegiados. Pocas veces en la historia de la isla se ha visto (y dudamos que se vuelva a ver algún día) un enfrentamiento tan claro entre dos instituciones, en teoría, respetables. De un lado la Cámara de Comercio y de otro el Ayuntamiento de Arrecife. El ente cameral está presidido por un José Torres que ya se ha lanzado directamente a pecho descubierto contra el grupo de gobierno de la capital. En concreto, contra el Partido Socialista que, a su vez, se las devuelve con intereses. Como es de esperar ya que nos movemos en un ámbito monetario. En teoría (volvemos a la teoría una y otra vez) la Cámara de Comercio representa a todos los empresarios y de toda la isla. Pero da la sensación, y bastante más que la sensación, de que centran todos sus esfuerzos en un solo objetivo. Los directivos empresariales socialistas, que los habrá, y los de cualquier partido de los seis municipios restantes, estarían en su derecho de no sentirse excesivamente representados. No es bueno un enfrentamiento tan claro entre dos entes condenados a entenderse. Más allá de que, en efecto, da la sensación de que en el consistorio capitalino se ha instalado la madre de todas las carajas. No somos sospechosos aquí, precisamente, de defender a un gobierno al que hemos criticado cuando hemos considerado justo hacerlo (y lo que te rondaré, visto lo visto). Pero en ese pim pam pum constante desde la Cámara de Comercio a una institución democrática, con sus elecciones y todo, tampoco vislumbramos la solución a los males de la ciudad.

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