Opinión

Arte y deporte, disfrute y convivencia

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Detalle de una obra de Klaus Peter Wiegner
Arte y deporte, disfrute y convivencia

El viernes pasado hice doblete. Primero fui a la inauguración de una exposición de pinturas e instalaciones y luego salí ‘pitando’, y más tarde de lo previsto, a una cena popular de confraternización a pie de puerto invitado por el colectivo de regatistas de vela latina del municipio de Yaiza.

Son ese tipo de eventos que quisieras no fueran coincidentes para no perder prenda alguna, aunque esta vez los horarios sí que me permitieron cumplir ambas citas y satisfacer mis sentidos y emociones, como lo explica desde hace una década el concepto del neuromarketing.

Hay deportes como la gimnasia rítmica, el patinaje artístico o la natación sincronizada que son considerados arte, pero el sentido de mis letras no va por ahí, va por el placer que produce disfrutar del deporte y del arte ya no solo por la competición, en el primero, o por las innumerables expresiones creativas, en el caso del segundo, sino por el buen ambiente que se respira alrededor de ambos y las sensaciones positivas que transmiten los ejecutores de uno y de otro en ese intento permanente por encontrarse consigo mismo y agradar al espectador para que cada uno disfrute a su manera.

El arte y el deporte son dos formas esenciales de la expresión cultural de cualquier pueblo, y además de ser integradoras pueden llegar a ser mutuamente inspiradoras. Volviendo a mi experiencia del fin de semana, sirvió para recordarme que no hacen falta grandes galas para disfrutar, un hecho simple del que nos aparta el consumismo. 

Allí en la Casa de la Cultura de Yaiza hice un recorrido por las obras con su autor autodidacta, un alemán afincado hace más de veinte años en Lanzarote, al que había visto en actos de apertura de otras exposiciones siempre con sombrero estilo cowboy, pero nunca como protagonista de una muestra. 

El arte y el deporte son dos formas esenciales de la expresión cultural de cualquier pueblo

Aparte del contenido de la exposición ‘Sueños, visiones y realidad’, me llamó la atención que buena parte de la asistencia fuese gente nacida en Lanzarote porque habitualmente en las inauguraciones de muestras artísticas de alemanes hay notable predominio de ciudadanos alemanes.

Esta excepcionalidad demuestra el grado de integración de Klaus Peter Wiegner, conocido entre los lugareños como Pedro ‘de Maciot’, adoptando Peter como apellido el nombre de una pequeña localidad del sur de la Isla. Luego me enteré en las conversaciones de corrillo que participa activamente de jornadas de senderismo, excursiones y otras actividades de ocio que divierten y hacen piña.

También me llamó la atención que, además de ofrecer degustación de vino blanco y queso de la tierra, Pedro ‘de Maciot’ compartiera música canaria invitando a un trío de intérpretes de la Isla. El atardecer de acrílicos y óleos por tanto terminó marinado con concierto y baile improvisado, satisfacción a los sentidos y emociones.

Salí entonces entusiasmado gracias al arte para saludar al deporte. Allí me encontré otra familia, también alegre aunque con otras motivaciones. No era día de competición, los barcos en tierra, fue día de hermanamiento para hablar entre chuletas, papas arrugadas y mojo de ilusiones compartidas.

La competitividad anclada en el mar dio paso a la conversa, quizá tan importante y preparatoria como cualquier entrenamiento. Ya con la noche encima y el susurro del oleaje soplaron vientos de esos que hacen que la vida no sea una rutina llana carente de pasiones. “Tengo el arte y la ciencia como auténticas religiones”, decía la escritora y etnóloga española Carmen Baroja (1883-1950), aunque para ser feliz también es saludable venerar el deporte y acercarnos a la relación soñada con su divinidad.

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