Opinión

El imán cultura

Foto: Archivo
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No es ningún descubrimiento la fascinación y emociones que desata el buen hacer de las expresiones artísticas y el chute de energía para nuestra salud física y mental. Solo como recordatorio, en la música, el cine o la literatura, encontramos refugio durante el crudo confinamiento, y hasta intérpretes reconocidos tuvieron a bien regalarnos conciertos virtuales y en balcones, una noble respuesta a los muchos palos que la cultura soporta en nuestra sociedad. 

Lo que sí es novedad, o quizá no, es el arribismo = cinismo de algunos políticos que repentinamente demuestran interés por la cultura en épocas electorales cuando nunca se les ve el pelo en exposiciones, conciertos o artes escénicas. Siempre queda la esperanza, que aunque ahora tengan que activar el GPS para llegar a teatros, salas o cualquier centro de divulgación cultural, valoren y se contagien de la creación artística para que sigan participando de la vida cultural de su comarca después del conteo de las urnas. Prepárense grupos y colectivos artísticos y folklóricos que allá llegarán a tocar la puerta sin pudor para ver “en qué podemos ayudar”.

Hablando de realidades más gratificantes, fui el pasado viernes 3 de marzo al histórico pueblo lanzaroteño de Femés al acto inaugural del programa conmemorativo de los 100 años del natalicio del reconocido escritor tinerfeño, Rafael Arozarena Doblado, autor de la novela mítica Mararía, inspirada en el paso del narrador por Femés, que este año celebra 50 años de haber sido publicada. Los actos conmemorativos se extienden hasta el mes de septiembre, pero ya la puesta en escena del primer sorbo cultural fue un S al cuadrado, sobria y soberbia.  

En plaza llena, confluyeron, en tan solo dos horas, literatura, música, danza contemporánea, artes plásticas, y como colofón, más música, en las letras, voz y guitarra del cantautor Pedro Guerra, creador además de la banda sonora de la película Mararía, el film basado en la novela que este mismo 2023 cumple sus bodas de plata. Muchos motivos para celebrar convocados por la grandeza de las artes, siempre con la capacidad de saber interpretar la historia y el patrimonio de una tierra. Oxígeno para el alma. 

Recuerdo que hace un par de años pedí a mi amigo y músico lanzaroteño Nino Díaz su opinión sobre la proyección cultural de Lanzarote: “nos queda mucho por sembrar”. Pedí opinión a Nino por varias razones: miembro desde hace más de diez años de la Real Academia Canaria de Bellas Artes (RACBA), gestor cultural, compositor, clarinetista y director de orquesta con destacada trayectoria en España y Alemania.  

“Estamos lastrados, sobre todo, por la incapacidad de nuestra clase política (de todos los colores) en los últimos 25 años”. Así de claro y contundente. Y el problema no es de tener más o menos edad, el problema es de formación y falta de sensibilidad por la cultura, que luego se ve reflejada en pírrica inversión pública desconociendo su misión social y el peso específico en la economía, por los puestos de trabajo directos e indirectos que genera, y por formar parte de la oferta cultural y turística de un destino. Ya el producto cultural es un producto turístico. 

Para potenciar la cultura urge mayor presupuesto público en formación, escenarios y distintas infraestructuras y propuestas y espectáculos de valor que dependen de una gestión cultural con criterio y profesionalizada. ¿Será que es muy difícil de entender o hay falta de voluntad?

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