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Un bono consumo para reactivar el pescado de Lanzarote y La Graciosa: una oportunidad que no podemos dejar pasar

Grupo de gracioseras bajando El Risco tras vender pescado en los pueblos del norte. Javier Reyes Acuña.
Grupo de gracioseras bajando El Risco tras vender pescado en los pueblos del norte. Javier Reyes Acuña.

El próximo 19 de diciembre presentaré en el pleno del Cabildo de Lanzarote y La Graciosa una moción para poner en marcha un bono consumo destinado exclusivamente a la compra de pescado de nuestras islas. No se trata de una medida simbólica ni de un gesto aislado: es una respuesta necesaria ante la situación crítica que vive nuestra flota pesquera y una apuesta estratégica por reforzar un sector esencial para nuestra economía y nuestra identidad.

Nuestros pescadores atraviesan un momento especialmente delicado. El aumento continuado de los costes operativos, la competencia de productos importados a precios inferiores y la dificultad para mantener la rentabilidad están amenazando la viabilidad de una actividad que ha sido históricamente fundamental para la isla. A ello se suma el serio problema del relevo generacional, que compromete la continuidad del sector en los próximos años.

Al mismo tiempo, se da una contradicción difícil de justificar: Canarias es la comunidad autónoma con menor consumo de pescado de toda España. Contamos con una materia prima de extraordinaria calidad, sostenible y de proximidad, pero nuestros niveles de consumo no acompañan. Esta diferencia afecta directamente a la demanda interna y, por tanto, a la capacidad de nuestros pescadores para comercializar sus capturas de forma justa.

La propuesta del bono consumo no es improvisada. Responde a criterios técnicos y a la experiencia acumulada de otras administraciones que han utilizado instrumentos similares para reactivar sectores en situación de riesgo. Este tipo de políticas consigue: aumentar la demanda inmediata, favoreciendo la compra de pescado fresco local, inyectar liquidez en cofradías, pescaderías y comercios minoristas, sostener empleo y actividad económica ligada al mar, promover hábitos alimentarios más saludables y de cercanía y fortalecer la economía azul, alineada con los objetivos de sostenibilidad y resiliencia insular.

Me queda claro que este bono consumo no soluciona por sí solos los problemas estructurales del sector pesquero, pero es un mecanismo eficaz, rápido y directo para aliviar tensiones y generar un impacto visible en el corto plazo. La moción que presento no habla de partidos, sino de responsabilidad. El sector pesquero forma parte de nuestro patrimonio económico, cultural y social.

Defenderlo significa apostar por la calidad, la sostenibilidad, el producto de kilómetro cero y riqueza local.
Por eso, confío en que todos los consejeros y consejeras del Cabildo de Lanzarote y La Graciosa independientemente de su posición política respalden esta iniciativa. Lanzarote y La Graciosa necesitan medidas valientes y útiles, y este bono consumo representa una oportunidad real para apoyar a quienes viven del mar y para fortalecer la conexión entre nuestra ciudadanía y el pescado local.
El camino hacia una economía más sostenible y más justa comienza con decisiones como esta. Recuperar el valor de nuestro pescado es recuperar una parte esencial de lo que somos.

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