Cuidar a los que cuidan
Hace años que se habla de la crisis de los cuidados. Es habitual buscar las causas en la incorporación de la mujer al mercado laboral y en el envejecimiento de la población. Pero la realidad es que en general ni la sociedad, ni las Administraciones Públicas, ni la gestión política han sabido estar a la altura de la evolución de nuestra sociedad.
Cada día, en mi puesto de trabajo como Trabajadora Social, escucho la desesperación de las personas que se dedican a los cuidados de sus familiares, ya sean niños, adultos, personas mayores con discapacidad y/o dependencia. Veo en sus ojos la desesperanza, el cansancio y la claudicación. Cansados de trámites burocráticos, de peregrinajes, de pasar de profesional en profesional para obtener, tras algunos años, un mínimo de reconocimiento y de recursos económicos que en ningún caso llegan a cubrir lo que necesitan.
Esto nos debería de hacernos preguntar, ¿dónde queda el respiro y el tiempo del autocuidado de la persona cuidadora? Y es que cuando tienes un niño con un trastorno del desarrollo como puede ser un autismo o una enfermedad crónica grave, ¿quién le ofrecerá los cuidados específicos que necesita si no son sus padres y madres? Y cuando es una persona mayor encamada que no dispone del dinero suficiente para contratar una cuidadora y es su cónyuge quién cuida las 24 horas, ¿quién se hará cargo de sus cuidados para que el y la cuidadora puedan disponer de tiempo para ellos mismos?
La Ley canaria de Servicios Sociales que entró en vigor en el año 2019 refleja la figura de los/as asistentes personales, y dispone de los servicios necesarios para que los mayores estén en sus domicilios el máximo tiempo posible con programas de respiro familiar. De la misma manera, la legislación vigente de educación recoge la figura del auxiliar educativo como apoyo en las aulas.
Me pregunto, ¿en Lanzarote y, por extensión en Canarias, aplicamos la legislación vigente? ¿aplicamos las políticas de cuidados como lo hacen los países y Estados de la UE? Porque si aplicarla es tener un servicio de ayuda a domicilio con una lista de espera que sólo puede acudir una hora cada dos días al domicilio para bañar a la persona dependiente; o tener un auxiliar educativo en el aula algunas horas y algunos días a la semana, ya les digo yo que no, no se aplica.
Las Administraciones Públicas deben encargarse de que los servicios dedicados al cuidado de nuestra gente evolucionen. Avanzar en los servicios de asistencia personal cualificados para cuidar a los/as que cuidan con programas de respiro familiar y centros de día específicos.
Es imperativo facilitar tiempo de desahogo a los familiares cuidadores/as y proporcionar recursos y servicios. Porque también necesitan ser atendidos, y eso no se consigue con una charla de una hora una vez al mes a las que muchos ni pueden acudir por no tener ninguna persona que pueda estar con su familiar dependiente. Se consigue facilitando servicios y recursos específicos y especializados que suplan la figura de la persona desgastada y agotada que tiene derecho a un tiempo que, aunque poco, siempre será más que nada.
No nos olvidemos que cuando hablamos de políticas sociales, de dependencia y cuidados, no sólo hablamos del paciente, sino de las personas que también están cerca de ellos y que, en muchos casos, están condenados a una vida de encierro. Ellos y ellas también tienen derecho a ser escuchados y cuidados.
Daisy Villalba, Secretaria Nacional de Sanidad de Nueva Canarias y Trabajadora Social.