Opinión

Un consorcio para gestionar la crisis del volcán

Un consorcio para gestionar la crisis del volcán

Científicos y políticos han coincidido esta semana en que todos los indicios apuntan a que el volcán de Cumbre Vieja puede tener un punto final antes de finalizar el presente año. Ángel Victor Torres avanzó unas prudentes predicciones de los científicos que trabajan al pie del volcán en La Palma y que -de cumplirse- habría estado lanzando lava, cenizas y gases alrededor de cien días. 

Del volcán, que aún esta en fase de erupción erupción en La Palma, se pueden extraer muchas lecturas; hasta ahora, y sin dejar de atender a las dramáticas consecuencias que está teniendo para miles de afectados, de todas debemos aprender. 

El comportamiento que están teniendo los palmeros, en general, y muy especialmente los afectados por la pérdida de su vivienda, terreno o negocio, ha sido hasta ahora sencillamente ejemplar.

Aceptar las órdenes y consejos de las autoridades responsables para abandonar lo que ha sido su vida, en la mayoría de los casos labrada con el esfuerzo y el sudor de muchos años de trabajo, no es tarea fácil.

La cadena de solidaridad que ha surgido espontáneamente desde cualquier parte del mundo en favor de los damnificados  -especialmente en Canarias y en la Península- es digna de elogio y reconocimiento de todo el mundo. Por su parte, la actuación de las distintas administraciones públicas ha sido hasta el momento ejemplar y ha prevalecido el compromiso con los perjudicados por los efectos del volcán por encima de los intereses partidarios.

Los Gobiernos de España y Canarias; el Cabildo de La Palma y los ayuntamientos de Los Llanos, Tazacorte y el Paso han caminado de la mano en estos largos tres meses de erupción en Cumbre Vieja.

Es fácil imaginar que, casi coincidiendo con el final de las emisiones del volcán, se romperá el idilio que hasta ahora ha reinado entre las distintas administraciones y aflorará la lucha entre administraciones y partidos, para ver quién rentabiliza mejor políticamente este drama social y económico que vive la Palma y, especialmente el Valle de Aridane.

Si no se articula un espacio de trabajo común, en el que se sienten las distintas administraciones que tienen competencias para abordar la ingente tarea que va a requerir la reconstrucción de la zona afectada, la armonía que ha existido hasta ahora saltará por los aires.

Aunque hasta ahora el Gobierno de España (PSOE-UP), Gobierno de Canarias (PSOE-NC-UP-AGI), Cabildo de La Palma (PP-PSOE), ayuntamientos de Los LLanos (PP), Tazacorte (NC-Unión Bagañeta) y El Paso (CC), han remado juntos en favor de los afectados, la falta de un espacio común de trabajo es toda una invitación a que cada uno quiera hacer la guerra por su cuenta y  priorizar buscar réditos para las siglas que representan.

La voluntad política expresada por los Gobiernos que presiden Sánchez y Torres para que no se escatimaran recursos para “devolver la vida” al Valle de Aridane es total; también la del Cabildo que lidera Hernández Zapata. Pero, ¿quién lidera el trabajo de la reconstrucción de La Palma?; ¿quién canaliza y coordina los esfuerzos presupuestarios del conjunto de las administraciones?; ¿quién impulsa los cambios normativos y regulatorios imprescindibles urgentemente para abordar la recuperación de carreteras, infraestructuras hidráulicas, viviendas o negocios?.

Quizá habría que pensar en la figura de un Consorcio (o similar) del que formen parte todas la administraciones afectadas, muy profesional, con amplio margen de maniobra y presidido por un profesional de prestigio, preferentemente que tenga mucha vinculación con la Isla.

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