Opinión

El verano de Torres

La pandemia ha castigado mucho la salud y la economía del mundo y, en particular, de Europa. Millones de muertos y afectados por el virus y un esfuerzo de recursos públicos sin precedente, para amortiguar el impacto de un frenazo en seco de las actividades económicas evitando con ello el colapso social, han marcado y continúan protagonizando las agendas gubernamentales y empresariales.

Estos últimos han sido dos largos años en los que han sido necesarias medidas económicas expansivas con cargo a un mayor gasto público, a un mayor endeudamiento, para sostener el bienestar social.

Todavía inmersos en la recuperación de los estragos que nos está dejando la pandemia, los efectos que está dejando la invasión de Ucrania por parte de Rusia incrementan enormemente el deterioro de la economía y, por lo tanto, del bienestar social en Europa.

Los períodos de deterioro de la economía  y del bienestar social no son inocuos para la política; casi siempre son sinónimos de cambio de ciclo político. Es más que probable que el otoño venga acompañado de medidas restrictivas y de ajuste que afectarán por igual a familias, empresas y Administraciones Públicas; los ajustes del gasto, en general, serán mal digeridos por los ciudadanos.

En el plano puramente político, no parece que las cosas vayan bien para Pedro Sánchez. El PSOE ha perdido con claridad las últimas elecciones celebradas en Madrid, Castilla-León y  Andalucía -comunidades en las que venia de ser el partido más votado- y las encuestas que se están publicando no le son favorables de cara a las próximas elecciones generales. El CIS ha vaticinado esta semana, por primera vez, el triunfo del PP sobre el PSOE.

En Canarias el sector tractor de nuestra economía marcha muy bien. Las expectativas para el resto del verano son excelentes y las previsiones para la temporada de invierno no son menos optimistas. Los europeos combaten los efectos de la pandemia viajando y la guerra en Ucrania empuja a los que quieren hacer turismo hacia lugares tranquilos y alejados de la zona conflictiva. Ambos casos están favoreciendo a Canarias.

Todos los sondeos demoscópicos conocidos en las Islas sitúan a los socialistas liderados por el presidente Ángel Victor Torres como ganadores claros de los próximos comicios autonómicos. Por otra parte, el nuevo líder en Canarias de los populares, Manuel Dominguez, necesita tiempo para afianzar su imagen y dar a conocer su proyecto alternativo al del actual pacto cuatripartito que gobierna en el Archipiélago. Sumemos que en el espacio de los partidos puramente canarios nadie ha tomado la iniciativa -y dudo de que alguien la tome- para liderar una coalición electoral de partidos de la tierra sobre la que pivote los gobiernos de las principales Instituciones.

En el marco del cuadro político y económico descrito, en esta ocasión, la sombra de Pedro Sánchez y el de las políticas económicas que tendrá que impulsar en el próximo otoño pueden perjudicar los intereses electorales de Ángel Victor Torres.

¿Cuántas veces se le habrá pasado por la cabeza a Torres hacer uso de las facultades que le da el Estatuto de Autonomía para disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas?. ¿Habrá dado ya por descartada el presidente esa opción?. ¿Formará parte la reflexión sobre la disolución del Parlamento y convocatoria de elecciones de su catálogo de asuntos a valorar durante las vacaciones de agosto?

En los partidos de ámbito estatal cuando están al alza en Madrid son auténticas locomotoras que tiran en elecciones de sus organizaciones territoriales. Es el caso del PP de Alberto Nuñez Feijóo, que tirará de Dominguez y los suyos. En el caso de los socialistas, en esta ocasión nada de lo que venga de Madrid va a sumar a la buena imagen que, a día de hoy, tiene Torres. Todo lo contrario

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