Opinión

La media hora de Casado

Un auténtico terremoto ha destruido en horas la aparentemente sólida cúpula del Partido Popular. Pablo Casado y Teodoro García Egea fueron a por lana y salieron trasquilados. Presidente y secretario general de los populares fueron a por Isabel Diaz Ayuso, pero de farol, y ésta les envido siete y aquellos tuvieron que pasarse y fueron obligados a abandonar la partida. Además, como jugaron tramposamente y con mezquindad, sufrieron el desapego de aquellos que hasta hace apenas unos días los encumbraban.

Las guerras internas como la sufrida esta última semana en el Partido Popular son habituales en todos los partidos. Envidias, rencillas, ambiciones desmedidas, intereses, lucha por el poder, deslealtades y traiciones conviven discretamente en la vida diaria de los partidos políticos. Grupos de intereses económicos y sociales tienen conexión con quienes, por convicción o por inconfesables intereses, les siguen el juego en el interior de las organizaciones políticas.

En la vida interna de los partidos la lucha por el poder ciega a algunos ambiciosos que no dudan en utilizar todos los medios destructivos a su alcance para desgastar al compañero que le estorba en su loca carrera por el poder y así poder servir mejor a los poderes fácticos que los apoyan para que defiendan sus intereses. Así ha sido y así seguirá siendo. Sin embargo, estas luchas desgarradoras en el interior de los partidos todos las conocen puertas adentro de las organizaciones pero todos las niegan puertas afuera. Los trapos sucios se lavan en casa.

Lo sucedido en el Partido Popular ha roto todos canones conocidos hasta ahora. Es inexplicable e inaudito que el presidente del partido, Pablo Casado, y el secretario general del mismo, Teodoro Garcia Egea, hayan concentrado todos sus esfuerzos en destruir a su mejor activo electoral, Isabel Diaz Ayuso. Lejos de enorgullecerse del arrollador triunfo de Ayuso en Madrid, sus propias inseguridades les empujaron a abrir una guerra absurda e incomprensible para evitar que liderara el partido en Madrid.

Después de la filtración parcial y ruin de la confusa participación de un hermano de la presidenta madrileña en la compra de mascarillas para luchar contra la pandemia, y de la respuesta de Ayuso, la intervención de Casado, a primera hora del viernes en un programa radiofónico, arruinó definitivamente su futuro político.

En una entrevista previamente concertada, Casado entró en los estudios de la Cadena COPE con Carlos Herrera con todas las cartas para ser el próximo presidente de España, y salió media hora después desarmado, completamente desnudo.

Todo lo que no se espera de un líder lo exhibió Pablo Casado en media hora. En el tono, las formas y el contenido tuvo una lamentable intervención que le han condenado a ganarse el desafecto y el desapego de sus colaboradores más cercanos, de los cargos más representativos y de buena parte de afiliados y simpatizantes. En treinta minutos de celos y rencor hacia su compañera de partido arruinó su carrera política. La soledad en la que ha quedado y el si te vi no me acuerdo que están sufriendo Casado y Egea forman también parte de las miserables mezquindades de la política.

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