Opinión

No podemos fallar

El pasado miércoles los medios de comunicación se hacían eco de las conclusiones de unas jornadas sobre renovación turística, en las que participaron las cuatro patronales canarias, representadas por sus respectivos presidentes y moderadas por el arquitecto Rafael Castellano. El mensaje nítido y rotundo que dejaron fue el de la renovación es prioritaria y los políticos deben implicarse.

José María Mañaricua, Jorge Marichal, Antonio Hormiga y Susana Pérez, presidentes de FEHI Gran Canaria,, Ashotel (Santa Cruz de Tenerife), Asofuer (Fuerteventura) y la Federación Turística de Lanzarote, respectivamente, levantan la voz para poner el acento en uno de los grandes retos que Canarias, sin género de duda, tiene por delante: la renovación, modernización y mejora de la competitividad del sector turístico isleño.

La obsolescencia y la pérdida de competitividad son una seria amenaza para el pulmón de la economía de las Islas, el turismo. La demanda que hacen al unísono los representantes de las cuatro patronales turísticas, pidiendo un impulso a la renovación y a la modernización del sector, así como una mayor diligencia a la hora de tramitar las licencias municipales, llega en un momento clave.

En más de una ocasión, he comentado en este mismo espacio la desatención de unos y otros  a colocar en lo más alto de las respectivas agendas el reto de la renovación y modernización como asunto estratégico de la economía del Archipiélago. El mensaje acorde que trasladan a la opinión pública los cuatro presidentes de las patronales sobre la apuesta por la modernización y competitividad del turismo llega en un momento muy oportuno, puesto que estamos en el comienzo de una legislatura para las tres Instituciones que tienen que ver con el proceso, es decir, ayuntamientos, cabildos y Gobierno de Canarias.

Renovar la planta alojativa vieja, vetusta y desfasada; aprovechar el proceso para la digitalización e introducción de las nuevas tecnologías en los establecimientos y mejorar la eficiencia energética; aprovechar la reforma para incrementar la calidad de la oferta que, como está demostrado, traerá aparejado una mejora de la ocupación y de los precios, es un objetivo que podemos compartir todos, ecologistas, progresistas, liberales o conservadores.

Las actuaciones que se pueden llevar a cabo en las zonas turísticas maduras ayudan a incrementar también globalmente la oferta de todo el área y a sumar valor añadido a los establecimientos más modernos a los que no les favorece nada un entorno poco cuidado.

La renovación y modernización de las zonas maduras turísticas es, además, un espacio generador de oportunidades de trabajo en sectores tan importantes para las Islas como la construcción.

El sector turístico está pasando un buen momento; de la crisis de la pandemia la gente ha salido con unas ganas enormes de viajar y hacer turismo. La temporada de invierno -según los datos publicados tanto por el Gobierno de Canarias como por los empresarios- ha sido magnifica. Según las mismas fuentes, la temporada de verano también será buena; por lo tanto, es el momento de dar un paso al frente, administraciones y empresarios, e ir de la mano en un asunto estratégico, sin consumo de suelo,  para mantener la competitividad del turismo en nuestras Islas.

La naturaleza nos ha dado un clima, un cielo, un mar y una biodiversidad que nos coloca en una posición de privilegio para seguir siendo uno de los mejores destinos del mundo. Será lamentable que volvamos a fallar nosotros.

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