Opinión

¿Queremos ser actores o meros observadores?

El rey Felipe VI recibe a Cristina Valido.
Felipe VI con Cristina Valido.
¿Queremos ser actores o meros observadores?

Tal y como se esperaba, Alberto Nuñez Feijóo no pudo obtener los votos necesarios para ser investido presidente en la sesión extraordinaria celebrada días atrás en el Congreso de los Diputados. Fallida la investidura del líder de los populares, se abre un nuevo periodo que finalizará el 27 de noviembre para que el nuevo candidato, sin duda, Pedro Sánchez, logre una mayoría parlamentaria que le aúpe nuevamente a la Moncloa. De no obtenerla, estaríamos abocados a una repetición de las elecciones.

La política española se viene enredando paulatinamente en una confrontación de bandos a cuál más sectario, un bucle envenenado en el que ha desaparecido el diálogo e impera la descalificación, la descortesía y el matonismo. Flaco favor le están haciendo a la credibilidad de la política. 

De un tiempo a esta parte, imperan en la política española solo los intereses de vascos y catalanes que, en la mayoría de los casos, chocan con los del resto de los territorios que conforman el Estado. Es tramposo el planteamiento que se nos hace de que esto en pivotándole sobre la distinción entre progresistas y conservadores. Sencillamente, no es verdad. No está en el alineamiento de los partidos a uno u otro bloque el modelo de sociedad o el modelo económico. El alineamiento trae causa de la negación sistemática del otro y la vía para obtener prebendas aprovechando la debilidad del socio.

No nos dejemos engañar

¿Tiene que algo que ver el modelo social y económico del PNV con el de Sumar? ¿Tienen algo que ver los intereses que representa Junts con los del partido que fundó Pablo Iglesias? Evidentemente, no. Por lo tanto, no hagan trampas. No nos dejemos engañar. En la conformación de los bloques que imperan en la política española lo único que prima son los intereses particulares y territoriales de los potenciales socios de unos u otros.

Canarias y Euskadi son dos territorios del Estado que tienen una similar superficie territorial y poblaciones muy parecidas. De los 350 diputados que conforman el Congreso de los Diputados, tanto a Euskadi como a Canarias les representan 15 diputados. De los 15 escaños que representan a los vascos en el Congreso de los Diputados, 11 obedecen a  sus fuerzas territoriales, seis a Bildu y cinco al PNV. En el caso de Canarias, de los 15 diputados que se sientan en el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, solamente una representa a una fuerza territorial, Coalición Canaria. En la ecuación descrita está uno de nuestros principales problemas. En la España de hoy mandan los vascos y los catalanes. Así de claro. 

Vascos y catalanes cada día mejoran su niveles de autogobierno

El nuevo presidente del Gobierno de España, estará sometido a sus intereses. Avanzamos hacia un Estado cada día más descompensado, fruto, precisamente, del sometimiento del Gobierno de España, sea el que sea, a los intereses particulares de estos dos territorios. Sin criterio objetivo, vascos y catalanes cada día mejoran su niveles de autogobierno y, por lo tanto, minoran su dependencia de Madrid. 

No existe ninguna razón objetiva por la que Euskadi y Cataluña fortalezcan su autogobierno y a nuestro Archipiélago se nos niegue  el pan y la sal. No existen razones objetivas que expliquen que los territorios más desarrollados del Estado, Euskadi y Cataluña, sean los mas beneficiados a la hora de los repartos presupuestarios. En este modelo de gestión de los intereses del Estado, en el que no se tienen en cuenta equidad ni solidaridad, imponiéndose exclusivamente los intereses políticos de algunos, Canarias y los canarios debemos de reflexionar.

El ejercicio del sometimiento de los intereses del Estado a los territoriales de vascos y catalanes se repite legislatura tras legislatura. En nuestras manos está el cambiar nuestro impotente papel de observadores por el de activos actores que se unen en la defensa de nuestra tierra. El ejemplo lo tenemos

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