Opinión

Recuperar el control

La lava y la impresionante nube de ceniza que está lanzando el volcán de Cumbre Vieja, en La Palma, está sepultándolo todo. Viviendas, edificaciones, plataneras, aguacateros, viñedos, carreteras, centros culturales,  playas, bares, restaurantes, colegios y hasta iglesias están siendo enterradas por un infierno que cumple ya casi dos meses.

Con la catástrofe monopolizando la actualidad, las noticias sobre la fuerza del volcán y los daños que está causando a miles de personas y a la actividad económica de la Isla de La Palma están ocultando también otros problemas que afectan directamente al conjunto del Archipiélago. Es el caso de la inmigración que llega a través del mar y las medidas para seguir manteniendo a raya a un virus que sigue destrozando vidas y frenando la economía.

En el caso de la inmigración clandestina que está llegando a Canarias solo es necesario darse una vuelta por los principales núcleos urbanos de las Islas, y por sus principales zonas turísticas, para tomar conciencia de la dimensión del problema que se está anidando. Negar la evidencia es lo más fácil. 

Igualmente ocurre con las medidas de control contra la pandemia. Hace tres semanas, bajo el título de “Controles en aeropuertos y puertos”, alerté sobre el incremento de contagios que iba cogiendo forma en los principales mercados turísticos de los que se nutre Canarias. Los análisis se multiplican y todo parece indicar que los negacionistas están facilitando la cadena de contagios que vuelve a sembrar el miedo en la ciudadanía. Afortunadamente, ya no tenemos que elegir entre la protección de la salud o economía. Ahora podemos apostar por salud y economía.

Cuando la gente estaba desprotegida porque no teníamos las vacunas la prioridad era la protección de la salud de la ciudadanía, aunque ello fuera a cambio de paralizar la actividad económica. El cuadro de aquella fase de lucha contra la pandemia era deprimente, con los aeropuertos y puertos paralizados por las estrictas medidas de limitación a la movilidad impuestas, hoteles y apartamentos cerrados, bares y restaurantes cerrados o muy limitados en su actividad, actividad docente no presencial y con las administraciones prestando servicios a través del teletrabajo, en resumen, vivimos aquellos meses en ciudades y pueblos fantasmas porque no teníamos otra opción para protegernos del virus, y las actividades económicas pagaron la factura.

La vacunación generalizada es la que nos ha permitido volver a vivir sin miedo, recuperando paulatinamente la actividad económica. Dada la dependencia de nuestro Archipiélago del turismo, la apertura de fronteras y la recuperación de la movilidad han facilitado que nuestro motor económico se vuelva a poner en marcha; pero, lamentablemente, hay un porcentaje significativo de personas que rechazan ser vacunados, especialmente de países emisores de turistas a Canarias, como es el caso del Reino Unido, Alemania, Francia, Holanda o Países Nórdicos.

En este contexto, podría concluirse que el porcentaje de turistas que eligen Canarias como destino es tan importante que nos permitiría poner condiciones a quienes vienen a través de nuestros puertos y aeropuertos. La condición innegociable debería de ser acreditar estar vacunados contra la COVID-19. Es preferible prevenir que tener que tomar medidas más duras y restrictivas si la tendencia de contagios sigue subiendo. La acreditación de estar vacunado debería ser exigida, no solo en aeropuertos y puertos sino también en el acceso a cualquier espacio público. Con el certificado COVID podría recuperarse el control para no arriesgarnos a que el descontrol nos pase factura. 

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