A la memoria de dos agricultores

Uno nació en Los Valles y el otro en Máguez. Ambos, sin parentesco familiar alguno, compartieron nombre: Juan José y apellido: De León. En el ámbito agrario eran conocidos como Juan José (Pepe entre amigos y vecinos) y Juan Santana. Al margen de estos datos anecdóticos, tenían la misma visión de la agricultura. Los dos atesoraban magníficos conocimientos sobre una variedad de cultivos cuyas semillas custodiaban con celo. Sabían dónde y cuándo plantar dependiendo del tipo de suelo, de cómo había sido el invierno y la época del año. Sus opiniones coincidían en cuanto a las decisiones a tomar según el estado que presentaba la cosecha. Eran consumados observadores del seguimiento de todo el ciclo vegetativo de la planta, así como conocedores de las medidas que se debían aplicar en los suelos para garantizar su preservación para las generaciones venideras.
Abogaban por la necesidad de dotar al agricultor de una mecanización que, respetando la fragilidad de los suelos, facilitara la ejecución de ciertas tareas agrícolas. Mostraban una creciente preocupación por las malas prácticas que últimamente se vienen ejecutando en los enarenados que ponen en riesgo su conservación. También se quejaban de la falta de una política agraria insular y de los frecuentes cortes del agua para riego.
Les gustaba intercambiar pareceres con otros agricultores sobre el tiempo, las cosechas o la posible presencia de la escarcha.
Además, ellos estaban impregnados de una manifiesta sensibilidad por esta tierra que no podían ocultar. En los dos confluía una idéntica querencia por transmitir los conocimientos adquiridos durante toda una vida dedicada al campo de Lanzarote. Igualmente, poseían una innata curiosidad por experimentar o descubrir algo nuevo. Unas veces era Juan José el que diseñaba y construía en su taller del Valle de Abajo ese apero que pudiera hacer más llevaderas algunas de las tareas agrícolas y otras, era Juan Santana el que rescataba y catalogaba esa variedad de uva que permanecía olvidada en un hoyo de parras de una ladera del Volcán de la Corona.
Lógicamente, había aspectos en sus personalidades que los diferenciaban, pues a Juan José le gustaba trabajar, alejado de todo protagonismo, en el silencio de su pequeño taller donde maquinar el nuevo artilugio a construir; mientras Juan Santana era un líder carismático en estado puro, dotado con ese don para estimular y movilizar a la gente.
Para describir a Juan José, lo mejor será hacer uso de las palabras que Juan Santana escribió en la dedicatoria de su libro titulado "Recorrido por la historia agrícola de Lanzarote"; donde define a Juan José como “inventor, ingeniero, artista y adelantado en su época…”. El libro se lo llevó en mano al hospital donde estaba ingresado como una muestra del gran afecto que se profesaban. Juan José nunca lo pudo leer porque falleció a los pocos días.
Tuvimos la oportunidad de conocer a Juan José y fue de esas personas que, en cuanto hablas con ella, te das cuenta de que su mente está en otra dimensión, pues también su capacidad de razonar es superior. Él ideó, proyectó y construyó con los escasos medios de su taller: una tanganilla de grano, una plantadora de papas, otra de cebollino y, por último, estaba trabajando en una cosechadora de lentejas. La gente de la SAT recuerda con nostalgia el viaje que se hizo con él a Tenerife para encargar la construcción de una plantadora de cebollino que debía hacerse siguiendo sus indicaciones para que pudiera estar adaptada a los suelos de Lanzarote. Comentan los más mayores que en su época fue admirado en el pueblo por su agilidad en el uso de la tabla en las gavias.
Juan José nunca quiso ser protagonista, por lo que es de justicia mostrarle una infinita gratitud por todas sus horas de taller empleadas con el único propósito de facilitar las tareas del campo a los agricultores de esta isla.
En cuanto a Juan Santana, desde un principio apreciamos su inagotable capacidad de trabajo, así como la facilidad con la que podía realizar múltiples tareas a la vez. Un día, desde la Presidencia de la Asociación de Amigos del Vino y el Queso de Lanzarote, al mismo tiempo que organizaba una cata de vinos y quesos, planificaba el siguiente viaje de la asociación, y aún le quedaban horas para programar el próximo curso de poda e injertos de frutales. Pero, con la misma energía, al otro día, bajo la presidencia de la Fundación Canaria José Clavijo y Fajardo, era capaz de repasar en su cabeza la presentación de una jornada sobre la Historia de Canarias cuando iba camino al aeropuerto a recoger al catedrático de la Universidad de Las Palmas encargado de impartir la conferencia.
Era igualmente un luchador incansable reivindicando lo mejor para su tierra y sus gentes; y así lo podíamos ver defendiendo con la misma pasión las demandas del sector primario, ya fuera en una reunión de agricultores o en una comparecencia ante cualquier responsable público. Y seguía, aunque no lo parezca, sobrándole tiempo para atender sus parras y elaborar unos exquisitos vinos artesanales.
Ahora a los socios y miembros de la Asociación y Fundación les queda honrar su memoria garantizando la continuidad de ambas organizaciones.
Juan José partió en el año 2017 y Juan Santana el pasado mes de agosto. Si existiera un lugar en el más allá, seguramente nuestros amigos volverán a encontrarse y conversar sobre sus asuntos: cómo ha sido el invierno, cómo vienen las cosechas, si hay nuevas plagas, si seguirán los cortes de agua para riego, cómo está el precio de las papas y también, claro está, se volverán a cuestionar si hay un plan agrario. Y tendrán, ahora sí, un rato para hablar del libro.
Una de las primeras decisiones, antes de arrancar con el proyecto de la SAT El Jable, fue hablar con las personas que considerábamos referentes en el sector primario y tanto Juan José como Juan Santana eran y serán para siempre nuestros referentes.
A los dos estaremos sumamente agradecidos por las enseñanzas recibidas y el definitivo empujón que ambos dieron a la puesta en funcionamiento de la SAT con sus palabras: “Para que la agricultura tenga futuro, hay que unirse”.
Gracias por tanto.
SAT El Jable