Opinión

La distopía nuestra de cada día

La distopía nuestra de cada día

Los Ángeles 2019, reina el caos y la ausencia de valores. El blade runner Rick Deckard está en el White Dragon Noodle Bar deprimido, desesperanzado, inmerso en un patético ambiente lúgubre e insano y en una realidad en la que todo es susceptible de empeorar. Yo tenía 20 años y estudiaba en la universidad cuando se estrenó esa joya que todavía me sigue cautivando. Sin embargo, muy a diferencia de aquel depresivo ambiente del Bradbury Building, en España en aquella época los españoles estábamos construyendo democracia, anhelábamos libertad y nos ilusionaba lo que hacíamos y porqué lo hacíamos. Sabíamos qué rechazar y qué abrazar y no dudábamos en tomar decisiones para mejorar. Así, transformamos nuestro modelo socio-económico e impresionamos al mundo. Fuimos los guionistas, productores, directores y actores de una magnífica película que hablaba de utopía y que trascurridas 4 décadas continúa siendo paradigma y objeto de estudio sociológico y político. La Transición nos hizo mejores, generó una inercia positiva que nos impregnó a todos y, quizás, por eso a mí me impacto la película dirigida por Ridley Scott, porque mostraba una contraposición a lo que se vivía en cualquier ciudad española.
 
España tiene solución y terminaremos saliendo del agujero en el que estamos
 
Ya situados en el presente, paradójicamente en 2019, lo que vivimos los españoles es una situación tan distópica como la que vi en el cine Avenida de Madrid en aquel frío febrero de 1983. Ahora, los españoles premian a un plagiador que no se baja del Falcon ni para ir a bodas familiares; asumen ser aplastados por impuestos que no van a dejar vivas ni las herencias; soportan una intervención del Estado parecida a la que ejercían las autoridades de Blade Runner con la inestimable ayuda tecnológica de la Tyrrel Corporation, declino hacer paralelismos de marca; toleran que quienes emulan sistemas políticos que han devastado a Venezuela o lapidan a las mujeres y ahorcan a homosexuales estén en las Instituciones vendiendo buenismo progresista y entienden que los que plantean abiertamente la destrucción de España sean senadores, diputados, presidentes de Comunidades Autónomas y alcaldes. Pero es que, además, los españoles de 2019 piensan que esta distopía es eternamente sostenible, creen que todos los niveles de la inútil y redundante Administración que tiene España, con sus cientos de miles de políticos y funcionarios, son viables y compatibles con el artificial estado de bienestar que, para colmo, acoge sin límites a quienes entran en nuestro país, aunque entren ilegal y violentamente.
 
En todo caso, me niego a vivir con el miedo al que aludía Roy Batty y también rechazo que sea hora de morir. Prefiero llegar a ver algún día rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser. España tiene solución y terminaremos saliendo del agujero en el que estamos. Llegaremos al maravilloso lugar al que llegó Deckard con Rachael cambiando la distopía por utopía y convirtiendo esta última en realidad. Lo haremos.
 
Sigfrid Soria, afiliado a Vox.

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