¿Y si no saben?

Tendríamos que presumir que todas aquellas personas que acceden a un puesto de trabajo, y, en el caso que nos ocupa, a tareas de servicio público, cuentan con las condiciones para llevar adelante la gestión de determinada parcela. Urbanismo, festejos, vías y obras, parques y jardines… son áreas sin demasiados requerimientos, siempre que se tenga determinada capacidad de tomar iniciativas, o de contar con personas cercanas con criterio que otorguen la luz que permita adoptar decisiones que den respuesta al bien común del que debemos ser garantes.

Las condiciones de multitud de municipios con un mayor número de opciones políticas que representan la variedad de ideas de la población, no propician mayorías de gobierno monocolor, por lo que las alianzas de gobierno parece que será la fórmula que impere en el futuro. Ante esta realidad toca un cambio de modos de gobierno, anteponiendo con mayor entrega, si cabe, el interés general a cualquier otra consideración.       
 
“Las manifestaciones contradictorias y descalificadoras de los socios perturba el interés general”
 
Arrecife es una muestra más de configuración de un equipo de gobierno con esas características, aunque no es ejemplo de lo que debiera ser, apoyándonos en torno a la idea ya mencionada  de servicio público como bandera de una acción de gobierno. Percibimos y hemos constatado la imposibilidad de liderazgo y el enroque de concejalías que reclaman niveles de autonomía  incompatibles con aquella acción, la cual deberíamos presumir como compacta y vertebrada. Tan independientes parecen que se confunde la acción pública con los intereses de partido. Las manifestaciones contradictorias y descalificadoras de los socios perturba el interés general, dinamita la acción pública, entorpece  la mejora del espacio urbano. No se perciben ideas, estrategias, ni dirección alguna más que la mera supervivencia y el afán de desgaste de los socios.
 
Si en esta suerte de inmerecido corral con varios gallos en que devienen algunos ayuntamientos se percibiera actividad, intelectual y de la otra, los desencuentros serían una anécdota y percibiríamos que, aunque fueran compartimentos estancos, la ciudad avanzaría. A trompicones, pero avanzaría. Pero no, las diferencias los alejan de la gestión. Sobreviven a la espera de un mejor resultado electoral lo cual significaría que seguirían sin ideas, pero compactos, alejados del bien común. Una ciudad al pairo a la que más le valdría no tener gobierno que estar tan deficientemente dirigida.
 
Efectivamente ese parece el problema, que ni saben, ni la soberbia les permite escuchar.
 
Leonardo de León Luzardo

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