HISTORIAS

Aprender a nadar tras cinco días en cayuco: la historia de otro joven que se jugó la vida

Foto: Archivo

Al cumplir los 18, Mamadou dejó atrás su país natal, para recorrer una ruta de miles de kilómetros por tierra hasta llegar a Mauritania, donde se subió a un cayuco sin saber nadar y navegó hasta El Hierro

Al cumplir los 18 años Mamadou dejó atrás su país natal, Mali, para recorrer una ruta de miles de kilómetros por tierra hasta llegar a Mauritania, donde se subió a un cayuco sin saber nadar y navegó durante cinco días a través del océano Atlántico hasta la isla de El Hierro.

Ahora se encuentra en Tenerife, un año después de sobrevivir a una de las rutas migratorias más mortales del planeta, donde ha aprendido a nadar y ha podido desconectar durante unas horas del nuevo reto al que se enfrenta: esperar a la resolución burocrática de su situación legal y comenzar a trabajar.

“Cuando no haces nada, uno piensa mucho”, explica el joven maliense durante una entrevista con EFE en la playa de las Teresitas, donde se encuentra participando del Proyecto Agua junto a dos grupos de migrantes procedentes de distintos países del África Subsahariana.

Esta iniciativa, llevada a cabo entre las ONGs Proemaid y Accem, busca utilizar la natación como un vehículo para volver a reconectar a los migrantes con el mar después de una experiencia traumática, a través de distintas dinámicas y juegos que intenten revertir esa situación de miedo inicial.

“Yo antes no sabía nadar, pero ahora poco a poco voy aprendiendo. Estoy muy contento, al igual que mis compañeros, porque además podemos relajarnos y jugar. El resto del tiempo, mientras estamos en los campamentos de acogida, no tenemos muchas actividades que hacer más que esperar y estas salidas son muy buenas para el cuerpo y la mente”, detalla Mamadou.

El coordinador del proyecto y miembro de Proemaid, Jorge Balcazar, explica que trabajan con unos 15 grupos durante la semana, donde primero se centran en organizar a los participantes en diferentes niveles, desde el más inicial, que incluye cuestiones como la flotabilidad o la respiración, hasta los más avanzados, que se centran en mejorar la técnica .

“El Proyecto Agua, que se lleva a cabo en verano en Tenerife y en invierno en Sevilla, tiene una duración de unas seis semanas y trabajamos tanto con adultos como con menores desde los 7 a los 17 años. Todos le ponen mucha energía y muchas ganas, además son súper agradecidos y siempre nos vamos con el corazón lleno”, indica Balcazar.

Francisco Navarro, responsable de ACCEM en Canarias, explica que este es el cuarto año que se lleva a cabo esta iniciativa con las personas que llegan a las costas de Canarias, especialmente con hombres adultos las que se encuentran alojados en el dispositivo de Las Raíces, pero también con otros perfiles que incluyen comunidades familiares o mujeres acogidas en la isla.

“La iniciativa es de Proemaid, pero nosotros estamos ayudando en todo lo que podemos. Este año hemos realizado una campaña de captación de fondos para apoyarles con todo lo que hemos recaudado y poder animarles a que sigan desarrollando este proyecto tan beneficioso”, concluye Navarro.

A lo que se suman, continúa Balcazar, las donaciones de los socios y de asociaciones como Nos Seus Pes, quienes realizan cada año un evento en Galicia para dar visibilidad y sostenibilidad económica al proyecto.

De momento, Proyecto Agua sigue andando y completará esta edición a mitad del mes de agosto, un tiempo durante el cual personas como Mamadou podrán participar de unas actividades que llegan como un soplo de aire fresco en unos meses de intenso calor y que, en su caso particular, le han motivado a querer hacer de Tenerife su hogar en un futuro, para trabajar y, ahora también, para disfrutar de sus playas.