ENERGÍA

Energía geotérmica en las Montañas del Fuego, solo para turistas y fotografías

Espectáculo de anomalías geotérmicas en las Montañas del Fuego.
Espectáculo de anomalías geotérmicas en las Montañas del Fuego.

El calor existente en las Montañas del Fuego solo daría para convertir el restaurante El Diablo en una instalación energéticamente autosuficiente, y poco más

Energía geotérmica en las Montañas del Fuego, solo para turistas y fotografías

El calor es una fuente de energía y en las Montañas del Fuego lo hay en abundancia y a flor de tierra. Se sabe de viejo. Como se sabe que no es lo mismo verter un balde de agua en un tubo incrustado a poca profundidad en el suelo para que, al instante, salga a presión convertida en vapor para asombro de turistas y sus capturas fotográficas, que aprovechar industrialmente el conjunto de los fenómenos térmicos internos del globo terrestre. Al parecer, la energía geotérmica existente en las Montañas del Fuego solo daría para convertir el restaurante El Diablo en una instalación autosuficiente, y poco más.

Las anomalías geotérmicas de las Montañas del Fuego

Las anomalías geotérmicas de las Montañas del Fuego despertaron el interés turístico desde casi siempre, pero hubo mentes que se interesaron por su potencial energético. El 27 de marzo de 1952, Fidel Roca, seudónimo habitual utilizado por Rafael Medina Armas, escribe una reflexión que titula Agua y electricidad en la sección denominada De nuestro Arrecife, publicada por el diario Falange en su edición del martes, 15 de abril. El artículo comienza así:

“Ayer me hizo leer un amigo, en una revista de asuntos marítimos, una información de que cierto señor inglés había conseguido destilar agua del mar para hacerla potable a muy bajo costo, en un largo viaje del vapor ‘Himalaya’. Por la tarde de ayer, también, en un grupo de amigos, se comentó esto y la idea de cierto industrial establecido en esta ciudad de que a la vez podría resolverse el problema de potabilizar agua del mar y obtenerse la energía eléctrica que tanta falta hace.”

Hombre ilustrado, parece que Rafael Medina sabía que, desde mediados del siglo XIX, algunos barcos llevaban instalados destiladores para potabilizar agua marina, y que después de la II Guerra Mundial empezaron a instalarse las primeras plantas desaladoras en tierra. En otro párrafo, prosigue Fidel Roca:

“Sería factible, por tanto, que se instalase aquí un gran alambique y, según la línea de ese industrial de referencia, se aprovechara el vapor antes de condensarse para mover una Turbina Parsons y esta arrastrase a su vez el giro de un generador de corriente que nos facilitará el fluido eléctrico que tanto necesitamos”.        

“La descomunal energía calórica de nuestras Montañas del Fuego”

Para dicho alambique propone aprovechar “la descomunal energía calórica de nuestras Montañas del Fuego”, aunque reconoce que está "hecho ya a las risas con que algunos repelen todo lo que sea intentar aprovechar ese calor que tenemos en Timanfaya para bien de la isla; pero como sé que el calor existe y que para eso del alambique lo esencial, lo costoso, lo insuperable es el calor, pongo por encima de las risas mi fe en que, en aprovechar ese calor, está el posible gran progreso de la isla”.

El escritor es consciente, y así lo expresa en su artículo, de que sería costoso subir el agua del mar hasta allí, pero apunta la solución de “molinos o artefactos similares” para aprovechar la fuerza de “nuestro constante y tenaz viento para subir el agua”. Por ello, y pese a las dificultades, encontraba “muy buena esa idea del gran alambique y del aprovechamiento del vapor, digamos de paso, para obtener energía eléctrica”. Concluía Fidel Roca su crónica con un lamento: “¡Oh, si esas Montañas del Fuego hubiesen estado en otro país, o tan siquiera en otra isla…!”

El experimento de Francisco Pons Cano

Pocos años después, en mayo de 1956, se publica la noticia de que varias toneladas de agua del mar son transformadas en agua destilada utilizando energía térmica de la montaña de Tinecheyde, en el Islote de Hilario. Francisco Pons Cano realizó el experimento colocando una caldera de 1.500 litros de agua salada a una profundidad de 40 centímetros, obteniendo 3.000 litros en 24 horas. La instalación térmica piloto para transformar el agua del mar en agua destilada, aprovechando la energía calorífica de las Montañas del Fuego, abría la posibilidad teórica de destilar agua a gran escala, mediante el montaje de calderas de mayor capacidad y el tendido de las tuberías a lo largo de siete kilómetros para conducir el agua del mar al Islote de Hilario.

A los pocos días, a primeros de junio, el potencial geotérmico de las Montañas del Fuego se verificó, cuatro años después del apunte de Fidel Roca, al obtenerse, por primera vez en la historia de la isla, energía eléctrica utilizando el calor del interior de la montaña de Tinecheyde. A las 20:30 horas se encendieron siete bombillas de 110 voltios cada una, permaneciendo iluminadas durante 40 minutos. Se esperaba que la energía calorífica de las Montañas del Fuego, aprovechada a gran escala para la destilación de aguas y la generación de fluido eléctrico, resolviera “en gran parte los problemas existentes para industrializar la riqueza minera y agrícola de Lanzarote”.

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