ESPACIOS
Parque viejo, ni sombra ni coloridas buganvillas

La conmemoración del centenario de Manrique se presenta como una oportunidad inmejorable para devolverle su esplendor al primer parque municipal de Arrecife.
El parque viejo de Arrecife lleva la impronta de César Manrique, pero languidece. Los árboles de gran porte fueron talados hace unos años para erradicar la colonia de garzas, perdiéndose las zonas de sombra y el ambiente fresco que creaban. Los parterres donde enraizaban las coloridas buganvillas que trepaban por las pérgolas cambiaron la tierra por el cemento. La fuente central desapareció hace décadas y la otra no funciona. La conmemoración del centenario de artista se presenta como una oportunidad inmejorable para proceder a su restauración y devolverle su esplendor original.
José Ramírez Cerdá, César Manrique y Luis Morales Padrón se juntaron por primera vez en la segunda mitad de los años cincuenta del siglo pasado para construir el primer parque municipal de la ciudad. Fue un ensayo general de lo que más tarde acometerían en la isla desde el Cabildo. En 1955, José Ramírez accede a la Alcaldía de Arrecife y en el Ayuntamiento coincide con Luis Morales, quien trabajaba a las órdenes del capataz de la institución, maestro Manuel Morales, su padre, que era el encargado de mantenimiento y obras municipales. Luis Morales, a su vez, ya había trabajado con César Manrique en la Plaza de Las Palmas, cinco años antes.
“La obra de más envergadura de cuantas se han realizado en la capital”
La idea construir un parque venía atrás. El pleno del Ayuntamiento de Arrecife aprobó el primer proyecto del parque municipal, del arquitecto Antonio Cardona Aragón, en 1951 (Falange, 12 de julio de 1951). El proyecto contemplaba ganar terrenos al mar rellenando el espacio situado entre el muelle Chico y el Parador Nacional de Turismo, inaugurado un año antes y construido junto al muelle de la Pescadería. En enero de 1957 comenzaron las obras, cuya primera fase consistió en construir un rompeolas con baranda, bancos empotrados y aceras circundantes y bosquetes para las zonas verdes.
El semanario Antena difunde en su portada, en junio de 1957, una fotografía del proyecto, y el pie de foto rezaba: “(…) es considerada como la obra de urbanismo de más amplitud y envergadura de cuantas se han realizado en la capital lanzaroteña en todos los tiempos”. Al año siguiente comienza la segunda fase, acometiéndose, entre otras acciones, las aceras de baldosín rojo y negro y sus alcorques, las pérgolas y la fuente, hoy desaparecida.
El monolito del parque infantil, reproducción del que está en el Jardín de Cactus
Luis Morales participa en las obras del parque municipal, que realiza el equipo del Ayuntamiento a las órdenes de su padre. El proyecto que se ejecutó finalmente fue redactado por el arquitecto tinerfeño José Enrique Marrero Regalado, quien falleció en 1956 y no pudo hacer un seguimiento a la finalización de la intervención. En el proyecto participó el perito agrícola lanzaroteño Gregorio Prats Armas, así como César Manrique y su amigo el arquitecto Manuel de la Peña Cairasco, quienes incorporan nuevos elementos, como la tienda de souvenirs, pavimentos y el monolito volcánico, ocupándose Manrique del diseño del parque infantil.
Luis Morales realizó personalmente el obelisco, primero, y el monolito del parque infantil, más tarde, que es una reproducción del que se encuentra en el Jardín de Cactus y que, en aquellos años, era la parte visible que sobresalía entre un montón de escombros. Luis recuerda que “lo hicimos con una fotografía que nos dio César, y la cabeza se construyó con una estructura de hierro con hormigón a la que le pegamos las piedras”, la misma técnica que usó para realizar las bolas de la Plaza de Las Palmas unos años antes.
“Un milagro de la voluntad. El nuevo parque municipal”
El 17 de febrero de 1959, Antonio López Suárez publica en Antena un artículo denominado Un milagro de la voluntad. El nuevo parque municipal, en el que, entre otras cosas, escribe lo siguiente: “(…) Lo que sí nos asombra -empleamos este término exagerado- es ver cómo existe una brigada de trabajadores que toma como suyo lo de la comunidad. Al ver trabajar a estos hombres que crean el Parque Municipal, nos damos cuenta que el rendimiento en el trabajo está en razón directa con la ilusión puesta en él. Hay en ellos un afán de superación y no se escatima un solo minuto de trabajo, siendo este Grupo de la Brigada Municipal un orgullo del Ayuntamiento. Un equipo que parece seleccionado para esa empresa que hasta hace un año parecía una utopía realizable.”
Ante la curiosa mirada de la ciudadanía que a diario se acercaba a ver el transcurso de la intervención, y bajo las órdenes de maestro Manuel Morales, despuntaba su hijo, un joven Luis Morales, detectándose con claridad una forma de hacer las cosas, el gusto por el trabajo bien hecho, que años más tarde brillaría en la obra pública del Cabildo de Lanzarote bajo la dirección artística de César Manrique. El parque lleva el nombre del alcalde que lo promovió, José Ramírez Cerdá.