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PAISAJE

Vallas publicitarias, atentados contra el paisaje

El Reglamento de Defensa del Paisaje y de la Arquitectura Popular Lanzaroteña fue aprobado por el Pleno del Cabildo en enero de 1967, hace más de medio siglo.

Las alarmas saltaron hace muy pocas fechas, cuando el propio Cabildo instaló unos carteles anunciadores del Geoparque de Lanzarote y el Archipiélago Chinijo en los márgenes de algunas carreteras insulares. No se había apagado aún el ruido de las sirenas cuando una empresa madrileña colocó sendas vallas anunciando la venta de terrenos en Tahíche Bajo y Costa Teguise. Mucha gente ha mostrado su indignación ante estos hechos, pero todo indica que la isla se ha ido relajando y se está desdibujando uno de los más valiosos rasgos de su identidad territorial y paisajística.
 
‘Lanzarote libre de vallas publicitarias’ tiene más de medio siglo de vida
El lema Lanzarote libre de vallas publicitarias tiene más de medio siglo de vida. Comenzó a formularse en noviembre de 1966, cuando se acuerda en sesión plenaria del Cabildo proceder a la redacción de una ordenanza de defensa del paisaje y sobre las construcciones turísticas. Pocos meses después, en enero de 1967, se aprueba el Reglamento de Defensa del Paisaje y de la Arquitectura Popular Lanzaroteña. Cayeron las vallas que había en pie y, en adelante, a casi nadie en la isla se le ocurrió recurrir a este nefasto método publicitario para anunciar sus productos. Para los lanzaroteños, aquella medida se convirtió en un motivo de orgullo colectivo. 
 
En muy poco tiempo, uno de postulados de César Manrique fue interiorizado por la población, que se erigió de forma voluntaria en la primera línea de defensa del paisaje. Sencillamente, la gente prefería disfrutar del paisaje sin elementos visuales que lo distorsionaran. Además, por aquellas fechas, cada vez que viajábamos a Gran Canaria y veíamos el territorio plagado de enormes y agresivas vallas publicitarias, se reforzaba la convicción de que no había que permitirlas: eran y son un atentado paisajístico.
 
El PIOT de 1991 vino a reforzar aquella línea de trabajo de cuidado del paisaje
En 1968 comienza un proceso de gran trascendencia: el primer Plan Insular de Ordenación del Territorio (PIOT), antecedente del aprobado en 1991. Entre otras muchas cosas, dedica un apartado al paisaje y  lo distribuye en once categorías. La isla apostaba sin dudarlo por el turismo para superar la endémica pobreza, pero, al mismo tiempo, se armaba para poner coto a los efectos negativos que ya se detectaban en el turismo de masas. Y lo hacía a través de la ordenación territorial y urbanística, como antes hiciera con el reglamento sobre el paisaje y la arquitectura tradicional, que, entre otras cosas, vetaba la utilización de carteles anunciadores en los márgenes de las carreteras. 
 
El PIOT de 1991 vino a reforzar aquella línea de trabajo de cuidado del paisaje, además de reducir drásticamente el potencial de crecimiento turístico. Aunque sigue pendiente de iniciar los trámites para su aprobación, el nuevo PIOL también profundiza en preservación del paisaje. Pero las normas de poco sirven sin una firme determinación por cumplirlas y hacerlas cumplir. Eso parece una vez que el Cabildo instaló sus geocarteles y a la vista de la tibia respuesta institucional ofrecida a las vallas colocadas por la empresa inmobiliaria madrileña.

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