Caballos delapocadosylisas

Autorretrato.
Caballos delapocadosylisas

Otra versión. O visión. Hay cuatro caballos de Troya a las puertas del castillo; o cuatro troyanos a caballo, que es más moderno. Y menos épico y nada homérico. A las puertas del castillo. Y, ahora, algunos se hacen los inocentes artistas doloridos y censurados porque fueron descubiertos. No sé exactamente cuántos kilómetros tiene la costa de Lanzarote, donde los caballos podrían lapear en paz. Pero si sé los kilómetros del invisible plumero que arrastran.
 
Es arte, sin duda, los  caballos, el arte de la guerra con  trampa. Del acecho, del halcón a la paloma. ¿No, Jason? Te digo o dile, desdichado —exento de dicha—, que nunca te quitaras el yelmo. Ni para dormir. Entre el innombrable, más profundo que el amplituhedron y más definido que el escutoide, te espero. Eternamente. Atravesado por flechas, cuchillos, lanzas, balas… Porque un pájaro, precisamente un pájaro, me señaló y me hizo ver a través de mi la geometría del ‘antes’ y el ‘después. Las líneas invisibles del todo que conectan e impulsan el ‘ahora’. Las que sostienen la ensoñación del espacio y el tiempo. Por algo sería un pájaro…
 
Volvamos a los caballos. Así que ahí están. Los caballos. Pena que dentro no haya valeros@s guerrer@s. El viejo y ancestral arte de la guerra, la trama —yo, que soy muy de Heráclito, siempre esperaré el regreso de la guerra; la limpia—. Hagamos una pequeña tregua, y mantengamos la paz todo el tiempo posible, como si es la eternidad. Siempre será una tregua. Ahora, seamos compasivos como procede y llevémosles un poco de agua dulce. O mejor trasladémosles a las puertas del Canal de Isabel II. Allí no les faltara agüita. Ni novelería. Están tod@s. Y así seguiremos construyendo la historia entre panes para cuatro y agua para otros cuatro. 
Era eso: ¡César ha muerto, ha llegado Taylor! Que es jason, el de la j minúscula, y su corte
 
Esta es una historia más de la volada conejera en la que jason, con j minúscula, no busca el vellocino de oro para él. Él se lleva el oro; el trono es a cambio para el del yelmo, cuya cara es más dura que el hormigón de los caballos del tal jason, con j minúscula. Casi lo consiguen; un poco más de suerte y hasta sacan petróleo. Piensan ell@s en la suerte. Y que Homero y Heráclito y Jason, con J mayúscula, me perdonen por nombrarlos en semejante cagada. Bostas de caballos.
 
Ahora bien, tont@s no son. Para entrar en el castillo trajeron a: "Taylor, del que se dice ha alcanzado reconocimiento mundial como uno de los primeros artistas en integrar la creación de arte contemporáneo con la conservación de la vida". Por eso están tan dolidos, con el digamos renacimiento de César. ¡Maldita Fundación!, claman. Era eso: ¡César ha muerto, ha llegado Taylor! Que es jason, el de la j minúscula, y su corte. Si hubieran ganado, hubieran paseado los caballos en procesión por la isla. Uno lo hubieran dejado en la piscina de los Jameos, otro en Famara, otro en Stratvs y, cómo no, el último, todos juntos con gran celebración y reportajeo y tarima, en el charco del San Ginés. Vamos, una película de Óscar.
 
Porque la otra es dejarlos ahí, pero eso sería de abusador@s. Es como dejar a alguien en las trincheras del asedio cuando ya todo se acabó. Y no te digo si hay gente dentro, esperando el asalto, viendo el devenir del mundo sin ventanas desde las entrañas de un caballo. 
 
Y así como arte, sin más, que quieres que te diga, entre los caballos rellenos de hormigón como símbolo de conservación, yo me quedo con las latas de conserva llenas de mierda del tal Manzoni. Y ya han pasado años. Y cuentos de mierda. Y ahí seguimos que si yeso, hormigón, mierda o bosta. Conservas de conservación y arte y contemporáneo. Y guardenme un peo para lunes. Envasado y a caballo.

Greta, Cook, Gaviria y Quiros

Greta acaba de ir a la ONU en velero. Los grandes trasatlánticos están cuestionados por sus niveles de contaminación. Ella pone en el tapete a los aviones. Al mismo tiempo, Thomas Cook (22 de noviembre de 1808, Melbourne, Derbyshire, Inglaterra - 18 de julio de 1892, Leicester, Inglaterra) fue un empresario inglés conocido por ser la primera persona en crear un viaje organizado, cuando en 1841 fletó un tren con un grupo de gente con destino a un congreso antialcohol en Loughborough. A pesar de que ese primer viaje organizado no le proporcionó demasiado éxito económico, Cook vio en esa actividad un posible beneficio futuro, por lo que años más tarde se decidió a crear una agencia de viajes, Thomas Cook & Son, considerada la primera de la historia (Wikipedia).
 
De ese congreso antialcohol salieron, cosas de la vida, millones y millones de borrachos a beber sin piedad a "sus neocolonias paraísos" del mundo. Esos neocolonialismos que, curiosamente, quienes defienden con más vehemencia son los nacionalistas desnortados. ¿Paradojas? No. Golferío.
 
Un boomerang vuela por el aire en el tiempo y por el espacio. Retorna. Fue lanzado sin esfuerzo ligero e intemporal el día que otro Cook, el del Endeavour, recaló en Australia, comenzando para los aborígenes una historia de crueldad y dolor incalculables. Bañada, cómo no, en alcohol. El boomerang no sigue una ruta predecible para el hombre blanco ni su tecnología. Vuela llevado por una canción que es un camino que  solo él puede interpretar. Habrá como siempre muchos damnificados inocentes. Sobre todo los que sigan empecinados en seguir el camino de los Cook y arrastrar a los suyos. Cook es cocinar, ya sabes, el cuento de los cangrejos y la olla.
 
Nunca olvidaré la sentencia de Mario Gaviria, Premio Nacional de Medio Ambiente y autor del primer estudio sobre el turismo de masas en este país, España a go-go. Turismo charter y neocolonialismo del espacio. Cuando lo visitamos para aprender del mundo del turismo para El Guincho, nos dijo literalmente: “El día que haya un inglés más que un alemán en Lanzarote, están acabados”. Él sabrá por qué lo decía. Yo también. Y también sé quiénes se partieron el culo para los ingleses. Ayer, al ‘Tiempo’ que Cook, uno se dio siete golpes contra la pared. Y para mí, que cuando el tiempo se me comprime y entro en lo que yo llamo estado Aleph, todo es asombroso. 
 
La Sociedad de Pesquerías que se montó en la Graciosa en su momento, también derivada de los informes e intenciones de otro inglés, George Glass, se llamaba Colonia Quiros. Hoy, justo hoy, me sale en mis recuerdos de Facebook una foto que me mandaron hace un tiempo de un edificio aun en pie de esa colonia. Siempre tuve curiosidad por saber quién podía ser el tal Quiros. Hoy, siguiendo la música del boomerang, me encuentro que fue un navegante portugués que trabajaba para España y que andaba buscando el hombre, como un Colón, a Australia. ¡Buscaba a Australia! La Terra Australis Ignota. Aun allí evolucionaban en paz. Y el del susurro nos libró porque ni la Colonia Quiros prosperó ni el nota encontró Australia, sacándonos de esa historia negra y sus consecuencias. Que como es inglesa, nunca fue tan negra. Sigo la música. Te contaré.

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