De fracasos y dimisiones

De fracasos y dimisiones. De la desvergüenza de lo público. En política, local o nacional, y todo lo que hay en medio, no es frecuente que se produzcan dimisiones o ceses, cuando la gestión que se realiza no resulta efectiva.  En la política local (insular), el cargo suele durar lo que dura el mandato, dando igual si el resultado de determinada gestión es evaluado negativamente. Quien acede a un cargo público se considera merecedor del  puesto y, por tanto, agarrado queda al sillón la mayor parte de las veces para desgracia de la ciudadanía.
 
En política, aquellos suelen rodearse de un equipo asesor a quien correspondería marcar directrices sobre alguna parcela que no sea el fuerte del responsable del área. A veces, éste no tiene ningún punto fuerte y los asesores se adueñan del chiringuito con el beneplácito de su jefe.  En la mayor parte de las ocasiones, el enchufe puro y duro es la justificación para contratar al asesor: amiguismo o pago de favores. En el caso de la Consejería de Turismo tras la dimisión de la consejera, llega un relevo, Castellano, que, como carta de presentación, afirma que es  dialogante, lo cual algo dice de su talante, pero nada de su cualificación para el cargo, pues son dialogantes muchos de los que se eternizan en política por aquello de que no crean problemas y andan saltando de un cargo a otro durante media vida. Son cómodos para terceros y acomodadizos para sí mismos. Pero no aventuremos.
 
“Parte de aquel fracaso es responsabilidad compartida con sus asesores”
Con la salida de la consejera del área de Turismo y Cultura se va cierta falta de talante; de ahí parte de su fracaso, pero también desaparecen de ese organigrama, en el que nunca estuvieron, algunos asesores. Entiendo que parte de aquél fracaso es responsabilidad compartida con sus asesores. De David de La Hoz, cuyos méritos parecen haber sido puesto, el estar, y del que se quiere que siga estando. De Nino Díaz, del que, con independencia de su talento musical y de su carrera, poco éxito parece haber cosechado a los pechos de la consejera. Del tercero, un conocido artista, Juan Gopar, con gran talento en su juventud y que suele destacar por estar siempre entre bastidores, no sabemos si a la búsqueda del espacio que cree merecer en lo público.
 
En Lanzarote conocemos cómo se las gastan entre el artisteo, seguro que igual que en otros lugares. La singularidad de la isla es que desde la muerte de C. Manrique algunos creen que hay una plaza de artista oficial que cubrir  que, a modo de oráculo, nos haga  ver la luz en todas las intervenciones de la que todos ellos quieren formar parte. Fue “protegido” de Pérez Parrilla, pero juega sus cartas y está al sol que más calienta. A su edad, ha aprendido a salir poco en las fotos que pudieran comprometerle, poco con la consejera, nada en el museo atlántico, pero con mucho predicamento a la sombra.El talento de algunas personas podrá ir acompañado de capacidad para la gestión, si se carece de esto último, le quedará una carrera, pero a otros,  ni eso.
 
“Haberla devuelto a su casa habría sido tanto como reconocer que el político erró en su apuesta”
Hoy la prensa pone puesto y sueldo a quien ha cesado o ha sido forzada a dimitir. La ex consejera partirá de florero a Madrid. Llegó de la mano de un destacado cargo público lanzaroteño en distintas administraciones (hoy fuera de la primera fila), la misma mano que la colocó en el Ayuntamiento de Arrecife,  en el gobierno de Clavijo y la mano que ahora evita su humillación y el ostracismo, tanto en clave política como económica. Haberla devuelto a su casa habría sido tanto como reconocer que el político erró en su apuesta y perder, por tan mal ojo, cierto poder de influencia, que nos consta sigue conservando dentro del partido. Acaso la tenga reservada para momentos mejores (¿?).
 
Con la Casa de la Cultura Agustín de La Hoz se pone en evidencia otro fracaso político que no ha costado la cabeza de nadie, y, ¿qué tiene que ver éste y la marcha y recolocación de la consejera? Seguramente nada, mas que hay quien señala a alguno de sus asesores, a los que supongo medio defenestrados por la mala gestión, como la persona que será el alma (con sueldo) de la Casa de la Cultura una vez reabra. Es lo que nos merecemos por chafalmejas. Efectivamente, es lo que está Vd. pensando: entre ellos se buscan el echadero en esta vergüenza que es lo público.

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