ANÁLISIS

¿Ecotasa? Baleares recaudó 122 millones en 2018

Baleares recaudó 122 millones de euros el año pasado en concepto de tasa turística; Canarias parece que implantará una ecotasa, aunque se muestra prudente.
¿Ecotasa? Baleares recaudó 122 millones en 2018

La mayor parte de los 122 millones que el Govern de les Illes Balears recaudó en 2018 con el impuesto turístico, o ecotasa, se destinará a poner en marcha proyectos medioambientales. Son hechos, pero en otros destinos se rechaza o se duda de la eficacia de las tasas turísticas que aplican algunos organismos públicos para financiar, sobre todo, la preservación del medio ambiente. El nuevo Gobierno de Canarias parece que tiene claro implantarla, aunque se muestra prudente, y Lanzarote jamás se ha atrevido.
 
Baleares ha recaudado con el Impuesto del Turismo Sostenible (ITS) o ecotasa a la actividad turística del ejercicio 2018 más de 122 millones de euros, un 87,5% más que en 2017. La recaudación obtenida se destina de manera exclusiva a dotar el Fondo de Impulso al Turismo Sostenible, y desde que se aplica el tributo se ha recaudado hasta el momento 234,48 millones de euros. Eso es muchísimo dinero para financiar don carácter finalista políticas públicas verdaderamente sostenibles. 
 
En marzo pasado se cumplieron quince años desde la formulación teórica de la ecotasa lanzaroteña
 
Suecia fue el primer país en introducir las ecotasas, Francia regula la visita a pequeñas islas para evitar su masificación, Roma aplica una ecotasa desde 2011, Barcelona desde 2012 y Berlín desde 2014. Otras ciudades que emplean esta medida son Florencia o Venecia. A pesar de esas experiencias, por aquí casi nadie en el sector quiere hablar de una tasa turística bajo el alegato de que retraería la actividad. Pero, a la vez, no se discute la necesidad de mantener la isla limpia, recogida y ordenada, lo cual no es posible porque no hay dinero. De este círculo vicioso sólo se puede salir siendo atrevidos e imaginativos.
 
En marzo pasado se cumplieron quince años desde la formulación teórica de la ecotasa lanzaroteña. Planteaba la necesidad de conseguir fondos extraordinarios para rebajar el potencial alojativo-turístico y para acometer mejoras medio ambientales. La actividad a gravar serían el uso y disfrute del medio ambiente y el paisaje insular, el sujeto pasivo sería el visitante y la recaudación quedaría afectada a la mejora paisajística.
 
Un euro por turista y día para tres millones de turistas supondría unos 24 millones anuales
Un euro por turista y día para tres millones de turistas a una media de ocho pernoctaciones supondría unos 24 millones de euros anuales. Las actuaciones a acometer irían desde el tratamiento de residuos a la restauración de zonas mineras, pasando por la recuperación de espacios de vertidos, limpieza de litoral, actuaciones sobre elementos del patrimonio, la reducción de los consumos de energía y agua, la reconversión ecológica del transporte, la restauración y limpieza de enarenados, el tratamiento de residuos o la puesta en marcha de planes de recuperación de especies y hábitats. 
 
El miedo a lo desconocido paraliza; el temor a errar también ocasiona bloqueo, pero subir impuestos produce pánico. Y no se trata de voracidad recaudatoria, sino de introducir un mecanismo de financiación que tenga la isla limpia como una patena, entre otros fines. No obstante, contra el criterio de que un impuesto turístico ahuyenta a los turistas, la experiencia indica que si se les explica convenientemente que el destino del coste adicional de determinados servicios turísticos es el cuidado del medio ambiente y realzar el paisaje, lo aceptan con normalidad. Suele decirse que un guiño medio ambiental fideliza mucho más a un turista que un euro de menos. Lo que se echa en falta es arrojo para resituar la isla en la vanguardia del panorama turístico mundial.

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