FIESTAS PATRONALES

San Ginés, el obispo santo que vino de Francia

No está muy claro por qué un pequeño puerto del Atlántico situado a casi tres mil kilómetros de distancia decidió adoptar un santo de aquel país como patrono.
San Ginés, el obispo santo que vino de Francia

Ginés es un nombre relativamente común en Arrecife, como lo es Pino en la villa de Teror. Pues claro que no es difícil encontrar a alguien que se llame Ginés en la capital lanzaroteña, siendo este santo el patrono de la ciudad. Un patrono algo insólito, eso sí, porque San Ginés procede de Clermont-Ferrand, una localidad situada en centro sur de Francia. Se sabe poco de Ginés: llegó a obispo y administró su congregación con sabiduría, y poco más. Tampoco está muy claro por qué un pequeño puerto del Atlántico situado a casi tres mil kilómetros de distancia decidió adoptar un santo de aquel país como patrono. 
 
Veamos una explicación. “La actual imagen del Santo se instaló en 1798 en la antigua ermita, hoy iglesia de San Ginés. En los archivos parroquiales se indica que ‘la imagen se conservaba tal y cómo había venido de La Habana, sin barniz ni vestiduras’. Se sabe que su imagen es ‘francesa con marcada influencia de la escuela andaluza, aunque su procedencia es americana’, según el libro Bienes Histórico-Artísticos de la Iglesia de San Ginés de Clermont de Arrecife, de Esther Olivero y Francisca Perera. Fue reparada en los años 80, y actualmente se encuentra expuesta en la Iglesia de San Ginés”. Quizá el trasiego de navegantes en este lugar del Océano contenga la respuesta al enigma, aunque pugna con otra versión que indica que se trata de un regalo de un hijo de Clermont-Ferrand y que dio lugar a la advocación a este santo en Arrecife. Él no entra en la discusión y guarda silencio en el altar mayor del templo, donde tiene su lugar a la derecha del Cristo crucificado, que lo preside.
 
Arrecife no está hermanada con Clermont-Ferrand, lo cual resulta raro
Lo que sí está claro es que Arrecife no está hermanada con Clermont-Ferrand, lo cual resulta raro porque, además de un santo, ambas tienen en común los volcanes. La ciudad francesa está dominada al oeste por una meseta en la que se encuentra la cadena volcánica inactiva más grande de Europa, donde se halla el Puy-de-Dôme, su más célebre volcán. Seguro que los aficionados al ciclismo, practicantes y fervorosos desde el sillón, se sitúan enseguida, ya que se trata de una de las míticas cimas que suele coronar el Tour de Francia. Tal es su atractivo que recibe anualmente cerca de medio millón de visitantes, la mitad que las Montañas del Fuego.
 
Con seguridad, San Ginés vivió momento de gran devoción en otras épocas desde su sitial en uno de los altares del templo que lleva su nombre, pero salta a la vista que sus fieles andan de capa caída. Aunque las fiestas en su honor se celebran durante dos semanas, la procesión del santo por las calles no es tan concurrida como otras en la isla, que han ganado adeptos en las últimas décadas, muy probablemente debido al tipo de actos que programan las autoridades civiles. La Virgen de los Dolores, por ejemplo, ha cobrado protagonismo a partir de 1990 al potenciarse la romería, pero también es verdad que cuenta con un discurso muy sugestivo vinculado a la leyenda milagrosa de la detención de los mares de lava.
 
Para los lanzaroteños de tierra adentro, San Ginés dejó de ser un golfín en 1965
San Ginés poco puede hacer ante la Virgen de los Dolores o la del Carmen. Y no sólo él se encuentra en declive: que le pregunten si no al pobre San Marcial de Femés. En esto, el imaginario construido en torno a la idea de la madre es mucho más fructífero y genera mayor devoción. Sin embargo, está fuera de toda duda que San Ginés es un caballero. Para los lanzaroteños de tierra adentro, dejó de ser un golfín en 1965. Para los más jóvenes, golfín es un término despectivo que, desde la mirada de la gente del campo, hace referencia a un hombre jactancioso procedente de Arrecife.
 
Aquel año, entre los días 17 al 22 de diciembre, la iglesia de San Ginés hospedó a la imagen de la patrona de Lanzarote, la Virgen de los Volcanes, trasladada a Arrecife desde su ermita en Mancha Blanca con motivo de la cruzada en pro del rezo del rosario cada día y en cada familia. La visita fue todo un acontecimiento que movilizó a más de 25.000 personas en las calles de Arrecife, aunque lo del rezo no cuajó, afortunadamente. Sí, San Ginés fue un gran anfitrión. Carecerá del tronío y la arenga de las santas, pero es todo un caballero.

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