El velero de la cocaína quiso hacer una regata desde Lanzarote para camuflar su viaje al Caribe

La operación de la Policía Nacional y la Agencia Tributaria se inició cuando el barco llegó a Lanzarote el pasado mes de enero con la intención de participar en una prueba transoceánica, aunque al final desistieron de ese primer intento de traer la droga a España.
El velero de la cocaína quiso hacer una regata desde Lanzarote para camuflar su viaje al Caribe

Una regata transoceánica que partía desde Lanzarote hasta el Caribe el pasado mes de enero era la excusa perfecta que habían elegido los narcotraficantes para transportar una vez de regreso hacia España un cargamento de más de 1.000 kilos de cocaína. La operación puesta en marcha por la Policía Nacional y la Agencia Tributaria tenía como objetivo el seguimiento del velero inscrito en la regata para ser interceptado con el alijo de la cocaína una vez decidiera regresar desde Sudamérica.
 
Sin embargo, la operación se truncaba cuando el velero decidió suspender su participación en la regata y posponía su viaje a Sudamérica. Un dispositivo de vigilancia que ya estaba en marcha bajo la coordinación del juzgado de instrucción número 2 de Arrecife. Según fuentes de la investigación la labor desarrollada por el juzgado lanzaroteño ha sido clave para la desarticulación de la organización de narcotraficantes. 
 
En ese primer viaje a Lanzarote la embarcación había pasado previamente por el puerto de Cartagena en Murcia. Posteriormente, el barco volvía a Canarias pero esta vez al puerto de Las Palmas de Gran Canaria con destino también a Sudamérica aunque el motivo era un viaje de recreo. Sin embargo, el seguimiento ya estaba en marcha con la coordinación del juzgado lanzaroteño.
 
El abordaje, que se realizó en altamar, conllevó  una extraordinaria peligrosidad para los agentes, ya que el barco de competición, de 18 metros de eslora y cinco de manga, valorado en un millón de euros, alcanza velocidades superiores a los 20 nudos. La tripulación estaba integrada por expertos en patronear modernos veleros de competición, quienes registraban las embarcaciones en regatas para, así, poder transportar discretamente grandes cantidades de sustancias estupefacientes desde Sudamérica hasta Europa.
 
Para acceder a la mercancía fue necesario fracturar las paredes del casco del barco, hasta localizar los 1.018 paquetes de un kilogramo de clorhidrato de cocaína escondidos en un lugar indetectable con una simple inspección. Mediante un dispositivo realizado en mar y tierra, han sido arrestados los tres tripulantes de la embarcación y otras cinco personas afincadas en diferentes localidades malagueñas, entre las que se encuentran los líderes del grupo.
 
Los agentes contaron con la colaboración de la NCA británica y la NRED francesa debido a que los miembros de la organización se trasladaban de forma habitual entre Reino Unido, Alicante, Málaga e islas caribeñas como Martinica y Santa Lucía. Esta frecuente itinerancia de la organización complicó las labores de investigación de los agentes españoles y sus homólogos internacionales.
 
 

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