Top Secret, 25 de junio de 2020

Acampar

FOTO: Autocaravanas en la provincia de Soria (Cadena SER)

Acampar

Son incontables los años que nuestros políticos llevan tratando de habilitar alguna otra zona de acampada en la isla. Eso es lo que dicen. Pero no son capaces. Dicho de otro modo: son incapaces. Este giro rajoyano ilustra a la perfección de qué estamos hablando. Y, al final, el tema es tan sencillo como responder a una pregunta: ¿Queremos que Lanzarote tenga más sitios donde acampar, si o no? Si la respuesta es afirmativa deberían ponerse ya en serio a ello. Sin más ambages ni excusas. Caso contrario estaría bien que lo dijeran para que cese ya la fiebre esta de comprarse autocaravanas, salvo que la uses para pillar el barco y largarte a sitios donde sí permiten esta modalidad vacacional. Lo que está ocurriendo este año no es sino una versión distinta de lo que ha venido sucediendo años atrás. O abre el camping de Papagayo y que quepa quien pueda, o hay lío. Esta vez la excusa ha sido la pandemia, que no es poca excusa. Otros años que si faltaba acondicionar no sé qué o arreglar no sé cuántos. O, antes de eso, que si es caro de mantener para Yaiza y, al final, aquí viene gente de toda la isla. Que lo pague el Cabildo.

Líos

Y hasta que se pusieron de acuerdo, pasaron unas cuantas temporadas de acampada. Para ir tapando la incapacidad de la que hablábamos al principio, los políticos que nos han gobernado desde el inicio de la polémica y hasta hoy, que han sido unos cuantos y unas cuantas, se agarraban al PIOT. “Es que el Plan Insular no lo permite” repiten cada diez minutos. Y, en base a ello, debate zanjado. Pero obvian que el camping de Papagayo se regularizó -se hizo, de hecho- con el PIOT ya aprobado. Con lo que es posible, si hay interés, y acuerdos, habilitar alguna zona más. Para ello es preciso que algún ayuntamiento, el Cabildo, el Gobierno de Canarias y la Dirección General de Costas, sintonicen la misma frecuencia. Así, en lugar de esperar a que el nuevo Plan Insular -si llega algún día- habilite zonas, le damos ya una hecha para que se incluya dentro de ese hipotético nuevo planeamiento. En Fuerteventura, por ejemplo, lo hicieron así.

Tradición

La acampada fue una de las grandes tradiciones isleñas. Antes de la irrupción del turismo, por determinadas fechas veraniegas la gente se instalaba en numerosos puntos de la costa, incluyendo las playas de Papagayo, La Graciosa o las mismísimas playas de la costa de Tías, entre otras zonas. También era tradición que los residentes en algunos núcleos rurales acamparan en el litoral próximo, como es el caso del pueblo de Tinajo en Las Malvas y zonas cercanas. La penetración del turismo de masas dio lugar a sucesivas prohibiciones de establecerse por unos días en las orillas. Así, se transformó el uso recreativo de las playas y muchas se reservaron para los turistas. Los cambios sociales, la entrada en vigor de las nuevas leyes y el aumento demográfico han terminado por colgar el cartel de “prohibido acampar”. Queda el consuelo, o no, de recurrir a la política para que levante los vetos que la política impuso.

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